A menudo en el transcurso de nuestra vida, sentimos la necesidad de buscar momentos de sosiego, lejos de las visicitudes y presiones del día, de procurar un lugar en el cual podamos estar a solas con Dios. Una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana es ese lugar.
En ciertas ocasiones Cristo Jesús buscó un refugio lejos de las exigencias mortales, y del mismo modo, deberíamos hacerlo nosotros. Acostumbraba apartarse para orar, y luego, inspirado y renovado proseguía su trabajo de curación. En ocasiones invitaba a sus discípulos para que lo acompañasen. En una de ellas declaró: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco”. Marcos 6:31.
La Sala de Lectura es un rincón tranquilo en el cual podemos descansar, estudiar y orar; un refugio de las zozobras de la vida, un lugar que nos mueve a la inspiración celestial. En esta atmósfera de paz y santidad, las curaciones ocurren a medida que devotamente contemplamos y aceptamos la realidad del ser verdadero. La presencia tierna de Dios se hace evidente a quienes sienten ansias de liberarse de una condición discordante, así como a quienes buscan una relación más íntima con Dios.
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