El Sr. Escobedo, director de la pequeña escuela secundaria de la comunidad donde vivía Carola, tenía entre los alumnos la reputación de ser un pésimo conductor. Algunos decían que conducía su automóvil por en medio de la calle para que en caso de que se le pinchara un neumático, tuviese suficiente espacio a cada lado para poder maniobrar hasta detenerlo.
Carola también se había reído con estas bromas, pero la risa se desvaneció cuando ella y otros estudiantes se enteraron de que después de la reunión de intercambio de ideas que iban a tener en la escuela, debían regresar a sus casas en el automóvil del director.
Algunos alumnos dijeron que preferían regresar a sus casas caminando o en un camión lechero. Carola tuvo que admitir que, bromas aparte, ellos estaban verdaderamente asustados. Entonces ella también comenzó a inquietarse.
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