Era Navidad, la primera después del fallecimiento de mi madre. Yo era la hija mayor, de modo que la preparación de la cena estaba a mi cargo, y me sentía triste y agobiada.
Desde hacía algunas semanas, había notado algo como un tumor en el abdomen, más o menos del tamaño de mi puño. Y mientras estaba de pie revolviendo la salsa, sentía un fuerte dolor. Entonces, me vino esto al pensamiento: “Bueno, puedes quedarte aquí simplemente revolviendo la salsa, o puedes pensar sobre el verdadero significado de los símbolos de la Navidad”.
Así comencé a pensar en el significado de la estrella de Belén. Para mí, la función de la estrella fue la de proveer esperanza, luz y guía en medio de la oscuridad de la noche. Los navegantes a menudo se guían por las estrellas, así que esta estrella guiadora bien podía representar la orientación espiritual, guiando a través de una noche de materialismo o de oscuridad mental hacia el Mesías o Salvador. Esta orientación espiritual significaba para mí que el Cristo, la Verdad, trae la luz constante mediante la cual mis decisiones, objetivos y motivos puedan estar divinamente establecidos, libres del método de buscar la aprobación o desaprobación de opiniones humanas o de caprichos personales.
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