Un día, asistí a la exhibición de una película intitulada “El salario del miedo”. Se desarrollaba con tanta realidad, y era tanto el suspenso, que sentí miedo y angustia. Sin darme cuenta, había hecho mía la farsa tan bien preparada. Cuando se encendieron las luces, respiré hondo y sentí verdadero alivio. Esta película puede compararse con la que pretenden presentar los sentidos materiales para que la aceptemos.
La mente mortal, el sueño adámico, puede considerarse como la película. El ocultismo, la astrología, la hechicería y el magnetismo animal, si bien existen sólo dentro de esta “película” ilusoria, también actúan como directores, libretistas y distribuidores. Los artistas contratados son los cinco sentidos materiales, los que actúan con gran astucia en el papel de falsedad, resentimiento, hipocresía, voluntad humana, enfermedad: en fin, toda la gama del pensamiento erróneo que pretende aparecer en la pantalla de la consciencia humana.
Pero esa pantalla tiene que estar a oscuras para poder exponer sus imágenes de ansiedad y temor. Es suficiente que se encienda la luz del Cristo para que se desvanezca el “salario del miedo”.
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