Las riquezas de Dios abundan por todas partes, porque Dios, Espíritu, es la misma sustancia omnipresente. El hombre es la representación completa del Espíritu divino. Por tanto, todo lo que pertenece a Dios está individualizado en el hombre, en la verdadera identidad espiritual de usted, de mí y de todos.
Las riquezas con las que Dios provee al hombre son Sus ideas espirituales. El las posee en cantidad inagotable, y también las poseemos nosotros. Están constantemente presentes en la consciencia humana, y el Cristo salvador — el mensaje del Amor divino para la humanidad — nos muestra cómo reconocerlas y someternos a ellas en nuestra vida diaria.
A medida que aumenta nuestra comprensión de lo que es Dios, vemos que El verdaderamente cuida de nosotros. El provee todo lo que necesitamos, en forma de idea espiritual manifestada en demostración. Dios no satisface una necesidad por medio del conocimiento humano de ella. El es Espíritu únicamente. La Sra. Eddy escribe: “Estad seguros de que El, en quien mora toda vida, salud y santidad, suplirá todas vuestras necesidades de acuerdo con Sus riquezas en gloria”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 186. Sus palabras se hacen eco de la promesa bíblica: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falte conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Filip. 4:19.
La gente, por regla general, define los ingresos en términos materiales. Pero la provisión verdadera y permanente, como la Biblia da a entender, no viene mediante periódicos cheques de pago o garantías materiales. Es conveniente que sigamos recordando que no encontraremos la inmensa riqueza de Dios en la materia. La materia es limitada. La sustancia verdadera es Dios. Por tanto, la sustancia es ilimitada; no es materia, sino Espíritu.
Cuando nos encontramos cara a cara con amenazas de escasez o desempleo, el Cristo sanador está listo para regenerar, para expulsar el temor y la preocupación, listo para revelarnos el hecho espiritual de que, como el hombre inmortal de Dios, ya reflejamos todo el bien. Mediante Su amado Cristo, podemos zafarnos del estrecho y angosto concepto de la vida. Podemos percibir que, de hecho, estamos a salvo; que no tenemos por qué experimentar ninguna clase de escasez o inactividad. Es consolador reconocer que, en realidad, estamos viviendo ahora en esta atmósfera de abundancia espiritual. La Sra. Eddy escribe: “Protección para las reivindicaciones del ser armonioso y eterno se encuentra sólo en la Ciencia divina”.Ciencia y Salud, pág. 232.
La idea-Cristo, abrigada en el pensamiento, aumenta y desarrolla las aptitudes humanas individuales. Nos da el poder para efectuar con exactitud y propiedad todo lo que el Espíritu infinito tiene para que nosotros hagamos. ¿Por qué? Porque la idea enaltecida que expresamos viene de la Mente divina — no es creada por nosotros — y es sostenida, fomentada y adelantada por su creador divino.
Como linaje espiritual de Dios, todos reflejamos Sus cualidades por igual. Un hijo de Dios no recibe abundancia de inteligencia, ternura y gozo, mientras que otro sólo tiene pedacitos aislados aquí y allá. Y podemos dar pruebas de esto ahora. El amor de Dios puede ser reflejado por todos e irradiado por todos. La Descubridora de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy, declara: “Cuando el pensamiento mora en Dios — y no debiera, en lo que a nuestra consciencia respecta, morar en ninguna otra parte — no podemos sino beneficiar a los que ocupan un lugar en nuestro recuerdo, sean éstos amigos o enemigos, y cada uno ser partícipe del beneficio de esa irradiación. Esta bienaventuranza y bendición individual proviene no tanto del amor individual como del amor universal: emite luz porque la refleja; y todos los que son receptivos la comparten por igual”.Escritos Misceláneos, pág. 290.
Las bienaventuranzas que vienen del amor universal fueron comprobadas por la familia de un vendedor cuyas ventas estaban bajas. Las condiciones económicas eran en general deprimentes, sin perspectivas de mejoramiento, y él estaba muy desalentado.
Esta familia se fortaleció en la convicción de que su provisión verdadera era espiritual y no material, y que venía directamente de Dios; que siempre estaba disponible; que consistía en las abundantes ideas espirituales de Dios. No obstante, llegó el día en que la despensa estaba vacía. No había ni siquiera alimento suficiente para la cena de esa noche.
El libro de Proverbios nos dice: “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella”. Prov. 10:22. Confiada en la abundancia espiritual permanente de Dios, la madre declaró: “Oh, sí, tendremos nuestra cena. Tenemos todo el alimento que necesitamos. Tendremos un alimento puramente espiritual esta noche”.
Entonces extendió sobre la mesa del comedor el mantel más bello que tenía, y puso sobre ella los cubiertos y la mejor vajilla. Bajo la luz de las velas, todos en la familia se tomaron de la mano y oraron. Agradecieron a Dios porque ya El había oído sus oraciones en procura de iluminación espiritual, porque Su Cristo satisface toda necesidad, y porque, incluso en ese momento, estaba satisfaciendo la de ellos. Luego, cada uno de los miembros fue a un cuarto aparte para orar y escuchar la dirección de Dios. Aproximadamente una hora después, sonó el teléfono, y el padre recibió un pedido cuantioso de mercancía. La remuneración correspondiente pagó las cuentas y llenó la despensa.
Pero el alimento espiritual que los comensales habían recibido de la Vida, la Verdad y el Amor divinos fue el banquete que más necesitaban. Este sustento celestial destruyó su creencia en la escasez, una creencia basada en la noción de que los hijos de Dios pueden estar separados de Su constante cuidado. De allí en adelante, no hubo ningún otro día de escasez.
Cristo Jesús incorporó la idea-Cristo en todo lo que hizo. Jamás recurrió a la materia en busca de provisión. Oraba sin cesar. Manteniendo su pensamiento en el Padre celestial, el Maestro reconoció la calidad y compleción del Cristo en el hombre. El sabía que la sustancia espiritual ilimitada — no la escasez — es divinamente natural para los hijos de Dios, y que esta sustancia, cuando es aceptada en el pensamiento humano, inevitablemente satisface la necesidad humana.
Al igual que nuestro Modelo, Jesús, nosotros también podemos sentir la paz celestial dentro de nosotros. Podemos abrir los ojos a la abundancia que caracteriza al universo perfecto y espiritual de Dios, un universo que está justamente ante nosotros en el pensamiento. Podemos tener la convicción de la realidad de la Mente divina, la cual nos capacita para ver más claramente lo que son las verdaderas riquezas. Pablo prometió: “Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;... para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios”. 2 Cor. 9:8, 11.
Por cierto, a cada momento, en algún lugar del mundo, la escasez y limitación son derrotadas por el Cristo sanador, la Verdad, ya sea que el problema se llame a sí mismo oportunidad, fuerza o educación limitadas; falta de felicidad, salud o capital. Y cada curación es prueba de que ninguno de ellos es real.
¡Pensemos en ello! El Cristo, el mensaje consolador y guiador del Amor divino, le está revelando a la humanidad el reino de riquezas celestiales y espirituales del Amor, aquí mismo en la tierra.
No temáis, manada pequeña,
porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.
Lucas 12:32