Periódicamente, una persona viene a ayudarme en las tareas de limpieza de la casa. Sadie es una persona feliz y de ánimo espiritual que suele cantar himnos mientras trabaja. Además mantiene un nivel muy elevado en el desempeño de su trabajo como medio de honrar a Dios.
¡Cuán sorprendidos nos quedamos una mañana cuando Sadie llegó muy deprimida! Nos dijo que había perdido una suma considerable de sus ahorros, logrados con mucho sacrificio, debido a ciertas maniobras de la gerencia de la firma donde había hecho una inversión. A raíz de esto se había irritado sobremanera y, poco tiempo después, sufrió un ataque de apoplejía que le afectó de tal manera que le quedó un párpado caído.
Tanto un oftalmólogo como el médico en jefe de uno de los principales hospitales, diagnosticaron que tendría que vivir con esta condición por el resto de su vida. No obstante, el médico le aconsejó con firmeza que tratara de olvidarse del incidente que le había ocasionado el problema. Esto me proporcionó justamente la ocasión que yo necesitaba.
“Sadie, si tu enojo te ha dejado tan deprimida, ¿no crees que el estar contenta te levantaría el ánimo? Si nuevamente comenzaras a cantar y alabar a Dios, tu situación cambiaría, te sentirías mejor y tu corazón rebosaría de gozo. Hasta podría ayudarte a levantar ese párpado. Tú sabes, la Biblia lo dice: ‘El corazón alegre constituye buen remedio’ ”. Prov. 17:22.
Titubeó un poco y luego contestó: “Eso tiene sentido; trataré”.
Comenzó a cantar. Después almorzó abundantemente, algo que no había hecho durante días. Prometió que también continuaría cantando en su casa, y que nuevamente se uniría a la concurrencia de su iglesia en el canto de los himnos.
Al cabo de unas pocas semanas, su párpado comenzó a mejorar, y, poco tiempo después, estaba en su posición normal. Sadie es ahora la persona feliz de siempre.
La alabanza y la oración apoyan a los cristianos devotos. Ellas nos elevan a alturas mentales que, de otra manera, sería imposible alcanzar mientras nos dedicamos a nuestras actividades diarias. Desde que la gente ha buscado refugio en su Hacedor, ya sea en las pruebas o en el triunfo, la alabanza y la oración han servido para redimir al enfermo y al pecador, y elevar al caído.
Los Científicos Cristianos frecuentemente alaban a Dios mediante cánticos. Los himnos de alabanza en el Himnario de la Ciencia Cristiana han ayudado y curado a inspirados cantantes y oyentes.
Desde la compilación de este Himnario (que incluye siete poemas de la Sra. Eddy con música adaptada) los Científicos Cristianos, así como quienes visitan las iglesias filiales de Cristo, Científico, y La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, han sentido el impacto de la verdad sanadora al leer o cantar los himnos, y también al utilizarlos en la oración.
El solo seleccionado para el culto dominical de la iglesia es, en su mayor parte, elegido para aportar mayor inspiración sobre el tema de la Lección-Sermón que se lee desde la plataforma. Nos ayuda a estar alerta a las verdades específicas que se encuentran en los pasajes de las Escrituras y en los pasajes correlativos de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy.
Ciencia y Salud declara: “Todo lo que inspire con sabiduría, Verdad o Amor — sea una canción, un sermón o la Ciencia — bendice a la familia humana con migajas de consuelo de la mesa de Cristo, alimentando al hambriento y dando agua viva al sediento”.Ciencia y Salud, pág. 234. La oración en la Ciencia Cristiana es la comunión profunda y fervorosa con el único Padre-madre Dios. Rogamos para obtener más gracia, fortalecemos nuestra convicción del Cristo sanador, la Verdad, y humildemente expresamos gratitud y adoración a Dios por Su dirección y protección. Percibimos la unidad e infinitud de la Mente divina como el Principio creador que gobierna todo lo que es real, justo y bueno.
El Apóstol Pablo exhorta: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”. Col. 3:16.
El libro de Mateo nos dice que, inmediatamente antes de la experiencia agonizante de Cristo Jesús en el huerto de Getsemaní, él y sus discípulos cantaron juntos. Leemos lo siguiente: “Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos”. Mateo 26:30. Cantando alabanzas a Dios, elevaron su pensamiento, y ello constituyó su preparación final para hacer frente a la tormenta de odio y violencia que se les avecinaba.
Sería de gran ayuda que reconociéramos el poder de la oración y lo utilizáramos como lo hizo Jesús, aun en nuestras pruebas más pequeñas. Cuando emprendemos algo, llevando una canción en el corazón, en los labios, nos ayuda a decir y hacer precisamente lo que es necesario con mayor facilidad y armonía.
Un repertorio de salmos e himnos contribuye a equiparnos para enfrentar y dominar los desafíos que se presentan durante el día, mediante el pensamiento alegre e inspirado.
