¿Se dio usted cuenta alguna vez de que tendemos a pensar en imágenes? Si estudiamos detenidamente nuestros procesos mentales, veremos que la mayor parte de nuestro pensamiento consiste en cuadros mentales de gente, lugares y cosas.
A menudo, las imágenes que evoca la memoria nos causan placer. Pero frecuentemente nos causan sufrimiento. El temor, la pena o la culpa, pueden evocar imágenes dolorosas que luego se repiten en nuestra mente a todo color y sonido. Pero hay una manera de detener estas repeticiones mentales, de eliminar las molestias que ocasionan y de borrarlas permanentemente del pensamiento.
El Apóstol Pablo explica cómo podemos lograr esta paz mental: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Filip. 4:8.
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