El enfermero o la enfermera de la Ciencia Cristiana tiene una misión en la curación, porque la curación tiene una misión en su pensamiento. La actividad de curar se ha vuelto imperativa en su consciencia.
Sin embargo, al estar el enfermero diariamente en estrecho contacto con los pacientes puede sentirse desafiado por lo que los sentidos físicos le presentan. Puede que esté atendiendo casos que parecen incurables, contagiosos, o casos en que la curación progresa lentamente. Pero, al reconocer el poder sanador de la Verdad, cada caso presenta la oportunidad de ser testigo de la Verdad. El paciente y el practicista de la Ciencia Cristiana están trabajando juntos para la curación. Y el enfermero apoya este propósito.
La Biblia y los escritos de la Sra. Eddy proporcionan una abundante preparación para esta misión de apoyo. Se pueden investigar tales términos como hecho, evidencia, ley, atestiguar, usando las Concordancias de la Biblia y de los escritos de nuestra Guía. El punto de vista espiritual de estos términos proporciona una base firme para verse a uno mismo como testigo.
Si uno cree que su bienestar está amenazado por estar expuesto a enfermedades, debido a sacrificios personales o, incluso, a su estado económico, se puede hallar consuelo en la Verdad. Tenemos a Cristo Jesús, nuestro Mostrador del camino, como magnífico ejemplo. Nos puede alentar el mensaje que dio a sus discípulos: “Cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”. Mateo 10:42.
Cuando un enfermero entra en el cuarto del enfermo, ¿quién está en el estrado de testigos? ¿Podría ser el enfermero? ¿No supone acaso el estrado de testigos, como se usa en un tribunal, una serie de preguntas, un examen de consciencia, para conocer la verdad? Por tanto, es imperativo que tanto el paciente como el enfermero consideren qué evidencia están aceptando como verdadera. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy explica: “La Ciencia invierte el falso testimonio de los sentidos físicos, y por esa inversión los mortales llegan a conocer los hechos fundamentales del ser”. Y, en la misma página, declara: “La salud no es un estado de la materia, sino de la Mente; tampoco pueden los sentidos materiales dar testimonio confiable sobre el tema de la salud. La Ciencia de la curación por la Mente muestra que es imposible que algo que no sea la Mente pueda dar testimonio verídico o muestre el estado real del hombre”.Ciencia y Salud, pág. 120.
Un enfermero puede ser la persona a quien el paciente ve con más frecuencia; es importante, entonces, que el enfermero mantenga los hechos espirituales establecidos por la ley divina, para poder testificar correctamente. Un testigo verdadero no aceptaría la pretensión de que la enfermedad es real, contagiosa, continua o incurable. La ley, por intermedio de Moisés, nos da la guía de los Diez Mandamientos. El Noveno dice: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”. Ex. 20:16.
Un proverbio nos recuerda: “No seas sin causa testigo contra tu prójimo, y no lisonjees con tus labios”. Prov. 24:28. Uno no puede engañar a menos que sea primero engañado por la creencia falsa. El hombre, el hijo de Dios, la expresión misma del bien, ni engaña ni es engañado. Quienquiera que trabaje en el cuarto de un enfermo, no puede ser susceptible a la enfermedad cuando está protegido por la comprensión de su identidad verdadera como hijo de Dios.
Esto no quiere decir que uno lleve a cabo el trabajo de enfermero como una persona sin compasión, pero tampoco uno da publicidad innecesaria a las falsas pretensiones. Aunque el enfermero debe someter informes necesarios, aparte de eso, él debe guardar todo en confidencia. Uno no dice a los demás lo que ve y escucha, sino que corrige su propio pensamiento con la verdad espiritual. La Biblia nos previene contra las consecuencias de falsos testimonios. Ver Deut. 19:16–20.
El Científico Cristiano tiene elevadas normas morales, y tiene que esforzarse por mantenerlas en cualquier desempeño. Ciencia y Salud nos advierte: “Científicos Cristianos, sed una ley para con vosotros mismos que la malapráctica mental no puede dañaros, ni dormidos ni despiertos”.Ciencia y Salud, pág. 442. El enfermero de la Ciencia Cristiana no es una excepción a esta norma elevada.
Quien se esfuerza por dar testimonio de la Verdad, haría bien en someter a juicio toda evidencia en la corte suprema de la Verdad, o Espíritu. Sólo nos basta leer los testimonios en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana o asistir a las reuniones de testimonios de los miércoles que se celebran en las filiales de la Iglesia de Cristo, Científico, para escuchar a tales testigos. Los casos no sólo son diversos en naturaleza, sino que se han ganado uno tras otro.
Si dirigimos nuestros pensamientos a Jesús, vemos que sus discípulos eran testigos del Cristo, la Verdad, que el Maestro representó plenamente. Y, con referencia a Juan el Bautista, leemos: “Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz”. Juan 1:6–8.
Los discípulos estaban ocupados en la obra sanadora y en continuar las enseñanzas del Maestro. El elegido para ocupar el lugar de Judas, el traidor, tenía que llenar los requisitos de haber presenciado la resurrección, para que pudiera servir a los demás como testigo de este acontecimiento fundamental. Ver Hechos 1:21–26. En contraste con esto, quienes procuraban crucificar a Jesús, buscaron y consiguieron falsos testigos. Jesús se negó responder a la acusación de ellos. El Maestro se mantuvo en su propósito e identidad verdaderos. Ver Mateo 26:59–64.
¿Qué clase de testigos se necesitan en el cuarto del enfermo? Sólo aquellos que, sin falsa acusación o traición, firmes en su propia defensa de la Verdad, van a dar testimonio de la luz de la resurrección que se está llevando a cabo. Y, ¡por cierto que ésa es la misión del enfermero de la Ciencia Cristiana!
