Los pensadores y los que observan perspicazmente los acontecimientos, admiten que vivimos en un período de revolución y cambios fundamentales. Muchos de los elementos de la vida humana, dicen, están cambiando: la política, ideologías, medicina, las artes, moralidad, filosofía, relaciones, comunicaciones. ¿Por qué son estos tiempos así? ¿Debido a alguna fluctuación fortuita y accidental en el movimiento de la historia humana?
Una pensadora muy perspicaz y cristiana, asidua seguidora de Cristo Jesús, la Sra. Eddy, escribe: “La creencia en una base material, de la cual pueda deducirse toda racionalidad, va cediendo poco a poco a la idea de una base metafísica, volviéndose de la materia hacia la Mente como causa de todo efecto. Las hipótesis materialistas desafían a la metafísica para batirse en combate final. En este período revolucionario, como el joven pastor con su honda, la mujer se adelanta para luchar con Goliat”.Ciencia y Salud, pág. 268. Debido a la finalidad de este combate, es probable que la agitación nunca haya sido tan amplia o tan profunda.
Es un privilegio para nosotros vivir en estos tiempos, la era de la Ciencia divina, y presenciar cómo las teorías materialistas ceden a la metafísica cristiana, aun cuando este ceder a veces parezca lento. Como todos los privilegios, trae consigo obligaciones y responsabilidades para quienes están del lado de la metafísica. Estamos frente a desafíos, oportunidades, victorias y hasta desalientos. Pero aun estos últimos pueden tener, al menos, la virtud de impulsarnos a actuar mejor, a mirar más adelante y profundamente y a vivir la Vida divina en nuestra experiencia en una forma como nunca lo hemos hecho.
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