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Encontrando la libertad mediante la afiliación a la iglesia

Del número de mayo de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La gente no siempre asocia la libertad con la afiliación a la iglesia. Algunos sienten todo lo contrario: que se restringe severamente la libertad de hacer lo que quieren cuando toman parte en las actividades de instituciones y organizaciones.

Sin embargo, la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) derrama una nueva luz sobre este problema. Aporta una libertad de carácter mucho más esencial, y, a la vez, esta influencia liberadora se extiende a nuestro trato con organizaciones y, ciertamente, a todos los aspectos de nuestra vida. La afiliación a la iglesia nos trae muchas satisfacciones: el renacimiento espiritual, el fortalecimiento de la unidad de propósito con los demás, las oportunidades para compartir el gozo de la curación en la Ciencia Cristiana con nuestra comunidad. Este editorial trata solamente un aspecto del bien espiritual que aporta la afiliación a la iglesia, a saber, el descubrimiento de lo que la libertad realmente significa en nuestra experiencia individual y, por lo tanto, en nuestra comunidad.

La Ciencia Cristiana provee la manera de liberarnos de la más tiránica forma de esclavitud: la dominación de los sentidos materiales. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “La esclavitud del hombre no es lícita. Cesará cuando el hombre tome posesión de su legado de libertad, su dominio otorgado por Dios sobre los sentidos materiales”.Ciencia y Salud, pág. 228.

Los sentidos materiales parecen ser el medio por el cual recibimos información acerca de nosotros mismos y acerca del mundo en general. Cuando creemos solamente lo que éstos nos dicen acerca de nuestra situación en la vida, estamos siendo dominados por ellos. Estamos escuchando y aceptando la creencia de que las condiciones materiales constituyen la realidad de la vida. Pero esta creencia no es verdad.

La verdadera identidad del hombre — la suya y la mía — tiene su fuente en Dios, el Espíritu. El hombre no es un mortal, aprisionado en una mortalidad decadente o limitado por una mentalidad material. El hombre es la idea ilimitada, consciente e inmortal de Dios, la Mente, la Vida y el Amor infinitos. ¿Quién no desearía experimentar la libertad que se puede obtener al comprender estas verdades espirituales que destruyen la esclavitud?

Cristo Jesús destruyó las aparentes leyes implacables de la materia mediante sus irrefutables obras de curación, haciendo evidente su dominio sobre la materia, dominio que Dios le otorgó. La demostración de Jesús de lo que es la Vida divina, superó y sobrepasó las condiciones físicas. Acabó con las restricciones impuestas por las creencias materiales, y demostró que la ley de Dios que libera puede ser comprobada en cualquier circunstancia humana. Las enseñanzas de la Iglesia de Cristo, Científico, descansan sobre la base misma del Cristo, la Verdad, que Jesús demostró, y ésta es la razón por la cual el hacernos miembros de esta Iglesia nos ayuda a lograr nuestra libertad genuina. El Maestro enseñó y demostró que Dios es el bien; que no es el creador del pecado, la enfermedad, el mal, la carencia y la muerte, sino que es la propia Vida infinita. Jesús mismo dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10. Y Ciencia y Salud nos asegura: “La Ciencia Cristiana alza el estandarte de la libertad y exclama: ‘¡Seguidme a mí! ¡Escapad de la esclavitud de la enfermedad, del pecado y de la muerte!’ Jesús trazó el camino”.Ciencia y Salud, pág. 227.

Mas puede que alguien pregunte: “Pero, ¿qué tiene que ver la afiliación a la iglesia con la demostración de dominio sobre los sentidos materiales?” “¿Puedo encontrar libertad por medio de mi propio trabajo y oración, aun cuando no pueda concurrir a la iglesia?” ¡Por cierto que sí! La gente que vive en lugares apartados no siempre puede concurrir a la iglesia tan a menudo como quisieran, pero eso no quiere decir que el Cristo redentor y siempre presente no esté tan cerca de ellos como lo está del asiduo concurrente. El amor de Dios está siempre al alcance dondequiera que estemos, y nos liberará de las creencias de los sentidos materiales en la medida en que estemos dispuestos a orar, escuchar y obedecer al Cristo. En realidad, es en este sincero acto de recurrir individualmente a Dios que los Científicos Cristianos de diferentes partes del mundo encuentran la unidad fundamental de los unos con los otros. Es así como se unen para apoyar el concepto verdaderamente espiritual de Iglesia, el que, a su vez, sostiene a la organización.

Como dice nuestra Guía, la Sra. Eddy: “Podemos unirnos a esta iglesia sólo a medida que nazcamos de nuevo en el Espíritu, que alcancemos la Vida que es Verdad y la Verdad que es Vida, produciendo los frutos del Amor — echando fuera el error y sanando a los enfermos”.Ibid., pág. 35.

Sin embargo, cuando nos es posible afiliarnos a una iglesia filial, la participación en las actividades de iglesia nos proporciona un incentivo y oportunidad especiales para superar los elementos básicos de la materialidad que nos esclavizan, especialmente la voluntad humana. El afiliarnos a la iglesia requiere que cedamos, aquello que la voluntad humana y personal nos dice que hagamos en una determinada situación, a la decisión de la mayoría, y confiemos en la labor de la voluntad de Dios. Aunque la decisión de la mayoría no siempre parezca ser la mejor de acuerdo con nuestro punto de vista, nuestro deseo de cooperar con amor y de confiar en la ley del Amor divino, es provechoso para nuestro crecimiento espiritual. Nos liberamos, en cierta medida, de los componentes opresores del egotismo y la justificación propia, que son facetas de la materialidad.

Asimismo, a medida que oramos acerca de la situación y dejamos que las cualidades de humildad, paciencia y longanimidad abran el camino a la solución, estamos demostrando, en cierto grado, las cualidades semejantes al Cristo que conducen a la derrota final de todas las pretensiones de los sentidos materiales. Jesús dijo, al hablar sobre la necesidad de poseer, para la salvación, las verdaderas cualidades semejantes al Cristo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Juan 14:6.

La libertad gratificadora que se puede manifestar mediante nuestra afiliación a una iglesia es la libertad de ser y hacer lo que, dentro de nuestros deseos más íntimos, en verdad queremos ser y hacer. Todos queremos sentirnos satisfechos, ser útiles y valiosos. Pero la verdadera libertad en realidad no se encuentra al entregarnos a las exigencias y caprichos de los sentidos materiales. Puesto que estos falsos sentidos tratarían de aprisionarnos dentro de los límites de la supuesta vida en la materia, no pueden aportar satisfacción alguna.

Sólo lo que descubrimos y demostramos acerca de la realidad espiritual, la sustancia del Espíritu, la Vida divina, puede darnos la verdadera alegría que todos buscamos. No podemos hallar mayor alegría que la de demostrar la espiritualidad innata del hombre como idea de Dios, y especialmente la de ayudar a otros a encontrar su liberación de la materialidad. El hecho de obtener la libertad para nosotros mismos debe invariablemente incluir el interés de liberar a toda la humanidad de la esclavitud del materialismo. Y el verdadero propósito de la Iglesia es el de liberar a todos de las creencias mortales que esclavizan. Cuando nos unimos en la gratificadora obra de liberar a cada individuo, es cuando encontramos verdadera satisfacción.

Todas las bendiciones que resultan al vencer el temor, la consciencia del “yo” personal, la sensualidad y la rebeldía, se pueden alcanzar mediante el altruismo que nuestra actividad de iglesia fomenta. Derrotando los errores mortales y viviendo de acuerdo con el gobierno que Dios ejerce sobre el hombre, es el medio por el cual encontramos nuestra libertad para sanar y ser sanados por la presencia del Cristo en nuestras vidas.

La pretensión de los sentidos materiales de que ellos puedan darnos verdadera libertad, es solamente una tentación seductora que nos mantiene atados aún más firmemente a la esclavitud de la materia. Pero ¡la puerta de la prisión está abierta! Cuando comprendamos que la libertad solamente se obtiene al superar la materialidad, entonces sentiremos el deseo de dejar que la afiliación a la iglesia nos ayude en nuestro camino.

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