El deseo de una vida abundante es natural, puesto que la abundancia indica expansión, crecimiento, provisión, y para los de ánimo espiritual, amplias oportunidades para servir y bendecir a la humanidad. Tal como una represa tiene que desbordarse por canales provistos para la distribución de agua en zonas áridas, así la demostración de abundancia en cualquier aspecto de nuestra vida debe resultar en un constante desbordamiento de bien, dirigido hacia el mejoramiento del mundo en general.
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