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Abundancia en la vida diaria

Del número de agosto de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El deseo de una vida abundante es natural, puesto que la abundancia indica expansión, crecimiento, provisión, y para los de ánimo espiritual, amplias oportunidades para servir y bendecir a la humanidad. Tal como una represa tiene que desbordarse por canales provistos para la distribución de agua en zonas áridas, así la demostración de abundancia en cualquier aspecto de nuestra vida debe resultar en un constante desbordamiento de bien, dirigido hacia el mejoramiento del mundo en general.

Unidos al concepto verdadero de abundancia están el acto de compartir, es decir, el engrandecer el bien de otros, y la convicción de abundancia permanente. No obstante, un sentido permanente de abundancia nunca puede lograrse partiendo de la base de que la materia es sustancia, porque la materia, incluso en el mejor de los casos, lleva a la limitación. Considerar la provisión como material la pone en la categoría de cosas que perecen, cosas que no tienen valor permanente y que están a la merced de las circunstancias, caprichos personales y acontecimientos imprevistos.

Muchas personas han tenido tristes experiencias que han confirmado esto. Quizás un hogar edificado a través de años de esfuerzo haya sido destruido. O un negocio floreciente haya fracasado, y, aparentemente debido a circunstancias fuera del dominio del propietario, él se haya visto ante una crisis financiera. O tal vez la mala salud haya sobrevenido donde había salud y provecho abundantes.

Para muchos que han tenido tales experiencias, las revelaciones de la Ciencia Cristiana, las cuales están de acuerdo con las palabras y obras de Cristo Jesús, han mostrado que una espiritualización del punto de vista de cada uno puede cambiar la situación. Esta Ciencia ofrece soluciones y curación al explicar la naturaleza verdadera de la abundancia. La Ciencia Cristiana invierte el concepto generalmente aceptado de que la creación es material y que el hombre está a la merced de fuerzas y circunstancias materiales. Explica que el hombre y el universo son espirituales, creados por Dios, el Padre-Madre, quien provee solamente el bien para Sus hijos. Explica que el mal, en cualesquiera de sus formas, es un estado de pensamiento negativo e irreal, una creencia que no tiene fundamento y que, por tanto, puede ser reemplazada con el hecho activo del bien.

El Apóstol Pablo dice: “Transformaos, por medio de la renovación de vuestra mente”. Rom. 12:2 (según la Versión Moderna de la Biblia). En la Ciencia Cristiana, se explica que el término “Mente” es uno de los sinónimos de Dios. Esta Mente es expresada por su idea, el hombre. Como imagen de la Mente, el hombre incluye las cualidades de la Mente por reflejo. Los atributos de la Mente divina son inagotables, y las verdades espirituales que la Mente nos imparte son aplicables a toda ocasión y emergencia. Son una fuente constante de renovación. Los atributos de la Mente jamás son disminuidos, inadecuados o deficientes en ninguna forma, sino que son siempre abundantes hasta desbordar, y, como las misericordias de Dios, “nuevas son cada mañana”. Lam. 3:23.

En la Biblia hay muchas referencias sobre el verdadero concepto de abundancia. Cuando las lecciones que nos da la Biblia, con su valor práctico, se estudian conjuntamente con el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, son dilucidadas de tal manera que se convierten en una guía para resolver los problemas de cada día. Tal es la historia en el cuarto capítulo de 2 Reyes, la cual describe cómo demostró el profeta Eliseo la abundancia ante la escasez y necesidad aparentes. La historia es interesante no sólo por su resultado, sino por el procedimiento significativo que presenta.

Una viuda tenía una deuda que le era imposible pagar, y recurrió a Eliseo en busca de ayuda. En respuesta a la pregunta de él, ella dijo que no tenía nada “sino una vasija de aceite”. Eliseo indicó algunos pasos necesarios que ella tenía que dar para resolver el problema. La primera exigencia del profeta fue: “Vé y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas”; ella debía vaciar en todas esas vasijas el aceite de su propia vasija.

Para el sentido limitado que depende de la materia para que se manifieste la provisión, los recursos disponibles pueden parecer como una vasija de aceite: escasa e inadecuada para llenar muchas vasijas vacías. No obstante, podemos cumprender la verdad respecto a la situación: la omnipresencia del Amor divino, es decir, la omnipresencia y abundancia de todo bien. Cuando sabemos esto y dejamos que la ley espiritual — en vez de la hipotética ley de escasez de la mente mortal — gobierne nuestro pensamiento mediante pronta obediencia y firme confianza en el poder y amor de Dios, el derrame de nuestra única vasija de aceite será más que suficiente para satisfacer la necesidad. Puesto que toda provisión viene de Dios, no tiene límite. Esto se demostró en la experiencia de la mujer mencionada en la Biblia; fue capaz de pagar su deuda con la abundancia de aceite con que llenó cada vasija que pidió prestada.

Cuando hemos demostrado cualquier grado de abundancia, tenemos la responsabilidad cristiana de compartir la bondad de Dios con la humanidad. El dar amor, sabia y generosamente, mantiene los canales de entrada del pensamiento libres de error, y abiertos para recibir el bien. El derrame de una vasija de aceite — nuestra manera correcta de pensar — puede ayudar a satisfacer las necesidades de otros, si la mano que vierte es guiada por móviles y pensamientos basados en la fe que comprende la bondad de Dios. Mediante la oración podemos comprender que el hombre está gobernado por la ley espiritual; que el hombre refleja la suficiencia total del omnipresente Amor divino.

El Glosario de Ciencia y Salud da el sentido espiritual de “aceite”: “Consagración; amor; dulzura; oración; inspiración celestial”.Ciencia y Salud, pág. 592. Estos están disponibles constantemente en rebosamiento sin medida, para elevar y bendecir la consciencia individual. Este “aceite” se puede compartir abundantemente con los demás.

Dondequiera que haya necesidades humanas, encontraremos vecinos receptivos que procuran que sus vasijas vacías sean llenadas con la verdad espiritual. El corazón, o pensamiento, que parece estar cargado de preocupación y ansiedad, atormentado por deudas y temeroso de empobrecerse, está vacío, vacío de confianza y dependencia en Dios. En Escritos Misceláneos la Sra. Eddy escribe respecto al mal: “Es la supuesta ausencia del bien”.Esc. Mis., pág. 289. Una deficiencia no es sino la aparente ausencia de suficiencia, y el temor de escasez no es sino la aparente ausencia de confianza. En esta vasija de la cual la consciencia del bien parece estar ausente, la manera de pensar espiritual es capaz de derramar la “inspiración celestial” que abre el pensamiento humano y lo guía hacia la comprensión de la totalidad del Amor divino.

Quizás otro corazón esté lleno de odio. Ese corazón también está vacío, puesto que parece que el Amor está ausente. Otros tal vez tengan vasijas que parezcan vacías de bondad o de buena voluntad. ¡Qué privilegio es poder llenarlas con “amor”! Con amor suficiente para destruir todo lo que pretenda ser la ausencia de amor. El aceite de “dulzura” puede llenar hasta el borde las vasijas que parecen estar llenas de enojo y animadversión, pero que, en realidad, están vacías: vacías de paz y desprovistas de paciencia.

Hay muchas vasijas de las cuales la salud y la felicidad parecen estar ausentes. En ellas podemos verter la “oración” de comprensión, la cual sana la enfermedad, el pesar y la escasez de toda clase. Esta oración incluye la comprensión de que, en el universo verdadero, el gran universo de la Mente omnipotente, donde el bien llena todo espacio completamente, sólo hay lugar para el bien. Dios es Todo; por tanto, todo está completo, y en la compleción no puede haber escasez, limitación, destitución o pobreza. La habilidad para ofrecer la oración que sana, se logra mediante “consagración”, mediante el acercarse más a Dios en obediencia y mayor dependencia en El.

Cuando hayamos ayudado a llenar muchas vasijas vacías, veremos que nuestra propia “copa está rebosando”, y habremos pagado nuestra deuda al Amor. El amor que se tiene para con toda la humanidad es el desborde de un corazón que desborda de amor para con Dios.

Cristo Jesús dijo: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”. Lucas 6:38. De las riquezas del Espíritu, por cierto que hay abundancia, y la Ciencia Cristiana nos enseña a manifestarlas en la vida diaria, para demostrar la compleción de una vida abundante.

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