Mucha gente sufre de timidez cuando se entrevistan con otras personas, concurren a funciones públicas o inician un nuevo trabajo. Se sienten avergonzados e incapaces de mostrar lo mejor de sí mismos. No obstante, es un falso concepto del yo lo que causa tal aflicción.
La Ciencia Cristiana enseña que Dios es Amor; que el Amor es infinito, omnímodo; y que el hombre es la idea, la imagen divina o reflejo de Dios, el Amor. El concepto verdadero de que somos idea de Dios, destruye un falso concepto del yo que surge de la creencia de que el hombre está separado de Dios. En el grado en que comprendamos nuestra unidad con Dios, abandonamos el equivocado concepto material de nosotros mismos de que somos mortales inadecuados y desconcertados. Estamos más conscientes de nuestra identidad espiritual. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “La individualidad genuina del hombre se puede reconocer sólo en lo que es bueno y verdadero. El hombre no es creado por sí mismo, ni por los mortales. Dios creó al hombre”.Ciencia y Salud, pág. 294.
Todos los problemas humanos surgen de la creencia errónea de que la vida es material, que la inteligencia se origina en la materia, que es capaz de expresar el bien y el mal. Tales creencias son engañosas y no tienen poder.
Cristo Jesús incorporó todas la cualidades inherentes a un concepto espiritual del yo incluso el amor, la ternura y el gozo. Bajo las circunstancias más difíciles pudo demostrar su dominio otorgado por Dios. El comprendió la unidad perfecta del hombre con Dios, su Padre celestial. Dijo: “Yo y el Padre uno somos”. Juan 10:30. Nosotros también podemos demostrar nuestra unidad con el Padre celestial.
Quien se sienta agobiado por la timidez mortal, necesita comprender mejor lo que Dios es, y la relación del hombre con El. A medida que empezamos a comprender lo que significa ser la imagen y semejanza de Dios, sentimos en mayor medida Su amor y omnipresencia y dirección espiritual. Realmente nos sentimos uno con El. Aquí no hay apocamiento o timidez que temer.
Basando nuestras oraciones en la Biblia y en los escritos de la Sra. Eddy, esforzándonos por obedecer el Primer Mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”, Ex. 20.3. y por cierto, todos los Mandamientos, progresivamente perdemos nuestra falso concepto del yo. Empezamos a percibir la perfección de nuestro ser verdadero, donde no tienen lugar los defectos, la imperfección o la conmiseración propia.
Un joven que buscaba ayuda para liberarse de un sentido gravoso de timidez, fue alentado a reflexionar devotamente sobre algo que dice la Sra. Eddy acerca del Primer Mandamiento: “Demuestra Ciencia Cristiana. Inculca la triunidad de Dios, el Espíritu, la Mente; significa que el hombre no debe tener otro espíritu o mente sino Dios, el bien eterno, y que todos los hombres han de tener una sola Mente”.Ciencia y Salud, pág. 340.
En su búsqueda de curación, el joven se sintió apoyado al reconocer la supremacía del Principio divino que fundamenta el Primer Mandamiento y anula las pretensiones de la materia. Aunque la curación tardó varios meses, las limitaciones que él había aceptado como suyas — temor, voluntad humana, timidez y falta de valor moral — se disolvieron. Se dio cuenta de que su capacidad para expresarse a sí mismo había aumentado. El temor de hacer equivocaciones tontas o de ser criticado, dejó de molestarlo. Pudo comunicarse de una manera más afectuosa y constructiva.
La liberación de esa clase de timidez trae consigo el deseo de expresar al Cristo en nuestras actividades diarias en mayor medida, y de bendecir a los demás. El Cristo es la presencia divina de Dios que está manifestándose a Sí mismo a la humanidad. Ciencia y Salud declara: “El Cristo es la verdadera idea que proclama al bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana”.Ibid., pág. 332.
A medida que crece nuestra comprensión del Cristo, se purifica nuestra consciencia, y despertamos para percibir mayor elocuencia y provecho. Vemos que no necesitamos cultivar una característica especial propia para impresionar a los demás. La realidad del universo perfecto de Dios y la inclusión de todos en Su amor omnipresente, se evidencia cada vez más. La Ciencia Cristiana nos muestra el camino hacia la libertad, hacia la consciencia de nuestra individualidad verdadera.
Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor;
Haré memoria de tu justicia,
de la tuya sola.