Algunas personas, al reflexionar sobre la década del 60, han notado un espíritu especial. A pesar de los trastornos de la época, frecuentemente se percibía un sentimiento poco común de preocupación por los demás, una acentuada percepción de la potencialidad de la humanidad, una efusión de gozo y libertad.
¿Qué le ha sucedido a ese espíritu? Quizás no se haya perdido; sólo ha echado raíces para fortalecerse. Cuando analizamos más detenidamente el espíritu de la década del sesenta, vemos que en verdad parece ser una tendencia, una dirección que emerge, no sólo para la década del ochenta, sino también para el próximo siglo.
Después de todo, el pensamiento de la humanidad sí cambia. Contrariamente a los escépticos, el pensamiento evoluciona, aunque debe admitirse, no siempre en una línea recta de progreso, y no siempre con la suficiente rapidez como para notarlo fácilmente. En determinada ocasión, Mary Baker Eddy observó: “Pueden oírse los latidos de nuestro corazón, mas no así el palpitar y las angustias incesantes del pensamiento que abandona los puntos de vista materiales por los espirituales”.La idea que los hombres tienen acerca de Dios, pág. 1.
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