Un día vivimos en relativa libertad y, al día siguiente, nos despertamos con las perturbadoras noticias de que el gobierno ha caído y que el país está bajo control militar. ¿Parece una posibilidad remota? Entonces, ¿qué decir de una corrosión gradual de la libertad de palabra y de religión mediante crecientes leyes restrictivas? ¿Increíble? No. La tiranía puede presentarse en formas tanto sutiles como agresivas; no sólo con balas, sino también mediante injustas legislaciones. Declara la guerra a los inalienables derechos del hombre.
¿Qué podemos hacer contra la tiranía, cualquiera que sea la forma en que se presente? Podemos hacer lo que nuestro Mostrador del camino, Cristo Jesús, nos enseñó: recurrir a Dios en oración.
Pero las ideas que las personas abrigan acerca de la oración parecen ser tan numerosas como sus ideas acerca de Dios. Es por eso que necesitamos considerar qué es la oración. Pedirle ayuda a Dios en momentos de necesidad y esforzanos por amar a nuestros enemigos, es esencial. Pero la Ciencia Cristiana enseña que la oración abarca mucho más.
Mediante la comprensión de la constante presencia y omnipotencia de Dios, el bien, podemos hacer una clara distinción entre el hecho espiritual (lo que es verdaderamente real) y los cuadros falsos, de que hay un poder opuesto a Dios, que la creencia mortal presenta. Esta comprensión espiritual reduce el cuadro material de opresión a su común denominador, a saber, la creencia mortal. Así empezamos a ver su falta de poder y vamos destruyendo cada vez más su supuesto dominio sobre nosotros.
La oración nos lleva más allá de las evidencias materiales. Entonces nos preguntamos: ¿Quién es el verdadero tirano? ¿Un gobernante, una ideología? No. El verdadero tirano es desenmascarado como la operación de la mente mortal, o la mente carnal, que la Biblia define como “enemistad contra Dios”. Ver Rom. 8:7. Al mismo tiempo nos damos cuenta de otro sorprendente hecho: que aquellos que clasificamos como tiranos son, ellos mismos, víctimas de la mente mortal, llevados a creer en la superioridad de un poder por la fuerza sobre el poder del Amor. A pesar de que el tirano pueda regir mediante el terror, él está más aterrorizado que todos sus súbditos porque cuanto más opresivo se vuelve, tanto más odio atrae contra sí, y se vuelve más temeroso de su derrota. Su creencia en el poder del mal, más que en los fusiles de los otros, es la causa básica de su derrota. Demasiado tarde descubre que, en vez de ser un opresor, es él quien ha sido el oprimido por la creencia de que el mal es poder.
Pero alguien puede objetar: “Lo que está usted diciendo acerca de la oración tiene que ver con el pensamiento de una sola persona. ¿Cómo es posible que ello acabe con la tiranía o que ayude a un mundo en confusión?”
En la Biblia hay varios relatos acerca de cómo una comunidad o una nación fue liberada mediante un solo hombre justo. ¿Recuerda usted la historia del hombre sabio que salvó una ciudad? (Ver Ecl. 9:13–18.) También tenemos a David, quien con su honda derrotó a Goliat y salvó a los israelitas. El máximo ejemplo lo tenemos en Cristo Jesús, quien presentó el camino de salvación para toda la humanidad y para todas las épocas. No es asunto de “cuántos son” los que están orando correctamente, sino de “cuánto” realmente sentimos y vivimos nuestra unidad con Dios, lo que trae los resultados deseados; es decir, qué tan conscientes estamos de la unidad espiritual del hombre con el bien divino.
Analicemos algunos de los hechos espirituales en que tenemos que estar alerta si hemos de orar desde esta premisa. Uno de estos hechos es que solamente hay un gobierno, el gobierno del Principio divino, Dios. La Biblia, con su mensaje espiritual para todas las edades, nos dice acerca de Dios: “Alégrense y gócense las naciones, porque juzgarás los pueblos con equidad, y pastorearás las naciones en la tierra”. Salmo 67:4.
Necesitamos comprender que el hombre verdadero, el único hombre que existe, el hombre espiritual y perfecto, es dirigido y gobernado por este Principio divino. Todo lo que parece erróneo humanamente — una lucha por poder entre facciones, o personas que actúan con motivos erróneos — es un concepto equivocado acerca de Dios y del hombre, una mentira de la mente mortal, una tentación o sugestión malévola que quisiera hacernos creer en un poder opuesto a Dios. Necesitamos estar convencidos científicamente de la gran verdad de que la libertad del hombre no puede ser invadida, puesto que Dios, el Todo-en-todo, creó al hombre libre y mantiene esta libertad. Nuestro Maestro, Cristo Jesús, dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32.
¿Cuál es la verdad en cualquier situación opresiva? Que Dios, quien es la única Mente o inteligencia verdaderas, no sabe nada de ello; que Su creación es buena: Su idea refleja Su amor, alegría y paz. La tiranía, entonces, no puede emanar de Dios; tiene que ser una creencia errónea de la mente mortal, la falsificación de la Mente inmortal. Debemos reconocer que lo que parece que estamos presenciando es el intento de la mente mortal de sugerir que sus propios conceptos o creencias son reales. Mediante el poder del Cristo, la Verdad, tenemos autoridad para rechazar esas mentiras y aceptar solamente el gobierno del Principio divino en nuestra vida y actuar de acuerdo con ello. Esto es expresar nuestra verdadera identidad, y esta expresión trae consigo el poder y la alegría necesarios para inspirar a otros en momentos de necesidad.
La Sra Eddy dice: “Debemos examinar profundamente la realidad en vez de aceptar sólo el significado exterior de las cosas”.Ciencia y Salud, pág. 129. A medida que lo hacemos, vemos que lo que estamos tratando no es simplemente un caso de tiranía o de opresión en el escenario humano, sino un falso concepto mental que la Verdad destruye. Esto se debe a que, mediante la oración gobernada por la comprensión espiritual, podemos poner en práctica el completo dominio que Dios ha otorgado al hombre sobre cualquier situación.
Pero algunos pueden añadir que no es tan fácil aferrarse a estas verdades cuando nuestra vida es amenazada o cuando nos apuntan con un revólver. Es por esto que necesitamos hacer frente a la creencia de temor y destruirla mediante tratamiento científico. Fue el temor lo que hizo a Moisés vacilar para tomar la vara que se había convertido en serpiente (ver Ex. cap. 4); fue el temor lo que sugestionó el ejército de los israelitas hasta que vino David y, sin temor, enfrentó el desafío presentado por Goliat. En efecto, David corrió al encuentro de su enemigo llevando en su mano el arma que había usado para defenderse en previas ocasiones. Pero su arma verdadera fue su certeza de que la Verdad estaba de su parte y que le daría la victoria.
Destruimos el temor en la proporción en que establecemos este mismo hecho en nuestra consciencia. La Sra. Eddy explica claramente esta necesidad en las admoniciones que se encuentran en el Manual de La Iglesia Madre: “Una Regla para móviles y actos”, “La oración diaria”, y “Alerta al deber”. Ver Man., Art. VIII, Secciones 1, 4, 6. Las verdades que estas admoniciones establecen, constituyen nuestra armadura y defienden las ciudadelas del pensamiento. Nos capacitan para ver que nuestra seguridad radica en nuestra comprensión y fidelidad al Cristo, la Verdad. Nos ayudan a reconocer la naturaleza espiritual del hombre allí mismo donde pareciera haber un hombre mortal y pecador.
Pero, ¿puede tal oración realmente ayudar a aquellos que se hallan bajo opresión? Sí. Una Científica Cristiana recientemente vio los efectos de la oración en una situación de tiranía. Vio cómo la oración trajo un despertar al pensamiento y, finalmente, la liberación a un grupo de hombres que el gobierno mantenía prisioneros por considerárseles un riesgo para la seguridad. Habían sido falsamente acusados de haber tomado parte en una contramaniobra para derrocar al gobierno opresor. Varios de ellos habían estado prisioneros por más de un año. No sólo estaban sufriendo en la cárcel penalidades físicas, sino que también sufrían sus familiares.
Habiendo sido criados en el cristianismo, estos hombres oraban por su situación. Como estaban encarcelados juntos, podían leer en alta voz inspiradores relatos en la Biblia. Les gustaba la historia de Pedro y la de otros encarcelados a quienes se les habían abierto las puertas de la prisión, y todos oraban para que también les ocurriera a ellos lo que llamaban “tal milagro”. Pero las posibilidades parecían remotas, e incluso si las puertas se hubieran abierto, sabían que no tenían un lugar donde esconderse. Escapar habría sido una muerte rápida; vivir encarcelados, una muerte lenta.
La Científica Cristiana había estado orando sobre la opresión existente en ese país donde también ella residía. Un día se sintió movida a pedir permiso al gobierno para celebrar los cultos de la Ciencia Cristiana en la prisión. Después de largo tiempo y de mucho formulismo, el gobierno finalmente accedió a que se celebraran los cultos en una sección de la cárcel. A pesar de que los prisioneros y la Científica Cristiana, que había comenzado a servir en las actividades de la Ciencia Cristiana para las instituciones penales, a veces eran hostilizados, ya se había logrado establecer suficiente base de la Ciencia Cristiana como para capacitar a los hombres a continuar con el estudio y a celebrar los cultos, cuando súbitamente se le prohibió a la Científica Cristiana que visitara la prisión.
Mediante lo que estaban aprendiendo de la Ciencia Cristiana, estos hombres encontraron nueva esperanza y promesa. Su estudio de la Lección Bíblica La Lección Bíblica se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. con sus explicaciones del Cristo, la Verdad, los ayudó a comprender el significado de la oración basada en la comprensión espiritual. Vieron que la opresión tenía que caer porque carecía de fundamento en Dios, el bien, y vieron que su obligación era la de reconocer al hombre creado por Dios, allí mismo donde los sentidos materiales parecían presentar a un hombre mortal oprimido. Se dieron cuenta de que el mismo Cristo, la Verdad, que el Maestro ejemplificó, les pertenecía a ellos para utilizar y demostrar.
El encarcelamiento no fue fácil. Hubo ocasiones en que les fueron confiscadas sus Biblias por largos períodos, y otras veces, algunos fueron puestos en celdas, solos e incomunicados. Pero ya habían vislumbrado el hecho evidente de que Dios los había creado libres y que podían decir, en las palabras de Pablo, que nada podía separarlos “del amor de Cristo”. Rom. 8:35. Estos hombres pasaron cuatro años en la prisión; entonces hubo un cambio de gobierno y esto les trajo la liberación de esta prueba. Nuevamente están viviendo una vida feliz y con un propósito útil, convencidos, más que nunca, de que Dios es bueno y que El es omnipotente y omnipresente.
Dios nos ayuda en cualquier prueba de fuego. La Sra. Eddy escribe: “El gobierno del Amor divino es supremo. El Amor gobierna el universo, y su decreto ha salido: ‘No tendrás dioses ajenos delante de mí’, y ‘ Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. Tengamos la molécula de la fe que remueve montañas, fe armada con la comprensión del Amor, como es en la Ciencia divina, donde la justicia reina”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 278.
Este concepto de gobierno bajo el Principio divino, el Amor, no es una fábula, no es hacerse ilusiones. Es un hecho espiritual, establecido eternamente. Destruye la tiranía en todas sus formas y puede ser demostrado ahora mediante la oración iluminada.
