Cuando Jesús sanaba, no acostumbraba hacer preguntas al paciente para determinar el nombre o la causa específicos del problema, o preguntarle cómo se sentía. En lugar de ello, Jesús veía al hombre perfecto de la creación de Dios.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!