He comprobado que la Ciencia Cristiana cura. En 1975, cuando hacía trabajos en casa para una industria, mi seguridad emocional (o más bien, mi inseguridad) dependía, en general, de lo material. Por ejemplo, aun cuando recibía algunos beneficios adicionales de mis empleadores, rara vez me sentía satisfecho; siempre encontraba algo por lo cual preocuparme. Muy a menudo echaba la culpa a mis ingresos, o a la falta de ellos.
En ese tiempo, estaba estudiando Ciencia Cristiana. “La declaración científica del ser”, en la página 468 de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, fue una gran ayuda. Llegué a un punto en que me pregunté: “¿Qué significa exactamente la declaración: ‘No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia’ ?” Medité sobre estas ideas y, como resultado, vislumbré la verdad y alcancé a comprender claramente que el hombre es totalmente espiritual e incluye todo el bien. La frase siguiente de la declaración dice: “Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”.
Con este entendimiento se efectuó la curación. La inseguridad cedió el paso a un reconocimiento del dominio y satisfacción espirituales del hombre. Entonces me regocijé en la invitación de Isaías (55:1): “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche”. Pronto fue superada la falta de ingresos, y la abundancia económica fue evidente.
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