Era un día como cualquier otro. Nada en especial había ocurrido. Y, sin embargo, de pronto, mi pensamiento estaba pletórico de la felicidad más extraordinaria. No es posible expresar en palabras la totalidad del gozo que sentía. Y no parecía haber una razón obvia para esto.
Mientras meditaba en el significado de esta experiencia, me vino a la mente una frase de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. La Sra. Eddy escribe: “La tierra tiene poca luz o gozo para los mortales antes que la Vida se comprenda espiritualmente”.Ciencia y Salud, pág. 548. Entendí claramente que la felicidad que estaba sintiendo era el resultado natural de lo que había estado aprendiendo acerca de mi verdadera naturaleza como el hombre incorpóreo de Dios y de mi relación con Dios.
La mayoría de nosotros nos sentimos felices por algún acontecimiento maravilloso. Pero nada puede compararse con esos momentos sublimes cuando entendemos — cuando realmente sentimos — nuestra unidad espiritual con Dios. Y el gozo que nos viene de esos momentos es duradero. Como dice Ciencia y Salud: “Cuando se logra lo real, lo cual es anunciado por la Ciencia, la alegría ya no tiembla ni nos defrauda la esperanza”.Ibid., pág. 298.
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