Es posible que muchas personas en el mundo industrializado consideren que la vida es razonablemente agradable. Aunque tal vez tengan muchas quejas — y algunas de ellas muy serias — la mayoría bien podría decir que la vida no es tan mala.
Pero muchos son sensibles a las agonías del mundo: millones de personas que sufren de inanición, multitudes están sin hogar, los niños son maltratados y hasta se abusa de los recursos naturales. No están satisfechos con simplemente hablar sobre esos problemas, o sentirse heridos o perturbados por ellos; anhelan profundamente ayudar a sus hermanos y hermanas de una manera sincera y práctica.
Algunas personas puede que expresen su compasión contribuyendo con su tiempo a causas nobles, mientras que otras puede que dediquen toda su vida a prestar servicios desinteresados. Pero quizás muchas de estas personas también anhelen, con un cierto desasosiego interior, hacer más de lo que están haciendo. Tal vez sientan que no sólo su empeño más sincero es insuficiente, sino que su empeño más intenso también lo es.
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