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[Original en español]

Una vez, tenía un serio problema en el corazón, que me obligaba a...

Del número de octubre de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una vez, tenía un serio problema en el corazón, que me obligaba a permanecer en cama por largos períodos de tiempo. Una amiga mía, que había sido sanada por medio de la Ciencia Cristiana, me habló de esta maravillosa religión, y así comencé a leer el libro Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, y a estudiar la Lección Bíblica indicada en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Más adelante, comencé a concurrir a los cultos religiosos de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico.

En cierta ocasión, mi esposo, que no es Científico Cristiano, insistió en que viera a un médico. Accedí a esto, y también fui examinada por un médico de la empresa en que trabajaba, a causa de mis prolongadas ausencias del trabajo. Ambos médicos, después de sacarme varias radiografías, me dijeron que debía someterme a una operación quirúrgica. Aún así, dijeron que tenía pocas esperanzas de vivir mucho más tiempo: no más de tres meses.

Rehusé aceptar estos terribles pronósticos y me aferré solamente a las verdades de la Ciencia Cristiana que estaba aprendiendo. En todo momento afirmaba las verdades espiritualmente científicas que encontraba en Ciencia y Salud, y confiaba plenamente en que Dios me iba a sanar.

La curación total de este problema se produjo tres años después. Durante ese tiempo, fui mejorando. Cuando concurrí al consultorio del médico de la empresa en donde trabajaba, para ser readmitida en el trabajo, éste dijo, después de examinarme: “Usted está completamente sana”.

En 1975, me afilié a una iglesia filial, en donde serví como ujier y como ayudante en la Sala de Lectura, donde continúo sirviendo con mucha alegría. Entonces, en 1982, me afilié a La Iglesia Madre.

Estoy muy agradecida a Dios por Su infinita bondad. A El le agradezco la abnegación de la Sra. Eddy al establecer la Ciencia Cristiana, que ilumina las enseñanzas de Cristo Jesús. También estoy agradecida por las verdades de Ciencia y Salud, que me sanaron. Agradezco a los practicistas de la Ciencia Cristiana que, en diferentes oportunidades, me han ayudado y que siempre me han atendido con tanto amor, y agradezco a Dios por yo conocer esta maravillosa Ciencia del Cristo.


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