Una vez, tenía un serio problema en el corazón, que me obligaba a permanecer en cama por largos períodos de tiempo. Una amiga mía, que había sido sanada por medio de la Ciencia Cristiana, me habló de esta maravillosa religión, y así comencé a leer el libro Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, y a estudiar la Lección Bíblica indicada en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Más adelante, comencé a concurrir a los cultos religiosos de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico.
En cierta ocasión, mi esposo, que no es Científico Cristiano, insistió en que viera a un médico. Accedí a esto, y también fui examinada por un médico de la empresa en que trabajaba, a causa de mis prolongadas ausencias del trabajo. Ambos médicos, después de sacarme varias radiografías, me dijeron que debía someterme a una operación quirúrgica. Aún así, dijeron que tenía pocas esperanzas de vivir mucho más tiempo: no más de tres meses.
Rehusé aceptar estos terribles pronósticos y me aferré solamente a las verdades de la Ciencia Cristiana que estaba aprendiendo. En todo momento afirmaba las verdades espiritualmente científicas que encontraba en Ciencia y Salud, y confiaba plenamente en que Dios me iba a sanar.
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