De entre los juegos de mi infancia que recuerdo con más cariño, está el llamado “de las escondidas”. En nuestra versión de este juego, debíamos escondernos para que al niño que oficiaba de celador de la cárcel o guarda de la valla, le fuera difícil encontrarnos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!