¿Quién no ha oído la frase: “¿Es que hay alguien que no tenga algún problema que resolver?” Esto puede ser un punto de vista pesimista, especialmente si consideramos a otras personas o a Dios Mismo como responsables de las dificultades que hayan surgido.
Pero si analizamos este punto dentro del enfoque de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), vemos que las dificultades no son más que una pretensión de la llamada mente mortal acerca de su existencia y de la posibilidad de proclamar que gobierna nuestras experiencias, nuestros cuerpos, nuestras vidas.
Tuve una experiencia que ilustra este punto. Mientras mi esposa y yo regresábamos en autobús de una reunión que tuvo lugar en un país vecino, noté que se me había desaparecido la billetera con todos los documentos, pasaportes, tarjetas de crédito y chequeras. El momento del primer impacto fue decisivo: O me desesperaba, o me cruzaba de brazos bajo la apatía de considerarme la víctima indefensa de un robo, o, por el contrario, podía saber que era una oportunidad para que las obras de Dios “[se manifestaran]”. Ver Juan 9:3. Me decidí por la segunda opción. Uno de los primeros pasos que di fue llamar por teléfono a una practicista de la Ciencia Cristiana, quien me dio un gran apoyo y fortaleció mi confianza en Dios. Ella aceptó orar por mí. Mi esposa también me ayudó con sus oraciones y su actitud. Todo lo que sucedió de allí en adelante fue la consecuencia de ese primer paso, de esa firme decisión.
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