Cuando hable sobre la paz, él no está hablando de llevar a cabo una demostración por la paz o fabricar misiles para preservar la paz o de mantener una conferencia con los rusos para hablar sobre la paz.
El está hablando de orar por la paz.
Como Científico Cristiano durante toda su vida... el Sr. Preller dice que él sabe de lo que está hablando. Y su testimonio, dado durante una charla pública el lunes por la noche en el Hotel Hilton en la ciudad de Eugene (E.U.A.), confirma lo que él expresa.
El Sr. Preller creció en Alemania durante el régimen de Adolfo Hitler. Los Científicos Cristianos estaban en las mismas listas que los judíos y los gitanos. La práctica de su religión estaba prohibida por la ley. Su padre estuvo arrestado por algún tiempo. El joven fue obligado a trabajar en una fábrica como obrero esclavo.
Eran tiempos llenos de sospechas y desconfianza, de modo que al encontrarse el joven alemán rodeado de trabajadores extranjeros que no sabían hablar el alemán, vio que él también era objeto de desconfianza. Pensaron que era un espía.
Se enteró que hasta intentaban matarlo.
“¿Qué habrían hecho ustedes en una situación semejante?”, pregunta él a su concurrencia de hoy en día.
Para esa pregunta, dice el Sr. Preller, la única respuesta que había finalmente me fue revelada.
“Recurrí a Dios en oración”.
A pesar de que entre él y los demás trabajadores existía la barrera del idioma, era una barrera que Dios podía vencer, dice el Sr. Preller.
“Dios podía hablarles a ellos, aunque yo no pudiese hacerlo. El hielo comenzó a derretirse”, dice, refiriéndose a la situación en la fábrica.
Al poco tiempo, varios de los trabajadores descubrieron que ellos podían hablar un poco de inglés. Finalmente, dice, nos hicimos muy buenos amigos.
Pero esto enfoca sólo el caso de un joven en una situación en particular.
El Sr. Preller pregunta: “¿Es posible alcanzar una paz duradera en forma global, a través de la oración?”
El suponer que la paz no es nada más que una ausencia de guerra, haría que la paz fuese una situación muy frágil, señala el Sr. Preller. Sería algo como “La isla de la fantasía”.
La verdadera paz es algo más que la ausencia de guerra. Es, continúa diciendo, un conocimiento basado en la comprensión acerca de Dios.
El Sr. Preller, actualmente conferenciante de Ciencia Cristiana, dedica su tiempo precisamente a enseñar a los demás esa comprensión de Dios.
Relata la experiencia de Jesús, en la barca de pesca cuando se desató una tormenta. Los discípulos estaban temerosos, pero Jesús no lo estaba.
“El no vio la tormenta, sino que hizo que ellos vieran su paz”, dice el Sr. Preller.
Y, agrega: “El maestro nos estaba mostrando que no tenemos que estar a merced de los elementos”.
Es esta filosofía la que ha creado escepticismo en algunas personas hacia las enseñanzas de Ciencia Cristiana, explicadas por primera vez por Mary Baker Eddy a fines del siglo diecinueve en su libro “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras”.
Tal vez el aspecto más conocido de la enseñanza de Ciencia Cristiana sea el rechazo general hacia la ciencia esa práctica tildándola de irracional.
Pero el Sr. Preller dice que la verdad es justamente lo opuesto.
“Está basada en un entendimiento de Dios”, y continúa diciendo que ha visto gente que ha sando de problemas cardíacos y de cáncer.
“Confiamos en ella”, dice.
Además, agrega el Sr. Preller, los miembros de la iglesia, individualmente, están en libertad de elegir si desean o no atención médica. No se expulsa a nadie de la iglesia por haber ido a ver al médico.
“He visto que la oración es mucho más eficaz que otras medidas”, dice el Sr. Preller, agregando que él tiene cuatro hijos cuyas vidas nunca pondría en peligro.
La fe que el Sr. Preller ha visto crecer en su vida, es una fe que está en armonía con el nombre de su iglesia. La Ciencia es precisamente eso, dice él. Es la fe basada en el entendimiento. Ese entendimiento, puede conducir a la paz personal y a la curación en todos los aspectos, y también a la paz del mundo.
Dios es paz, eso es una realidad, dice el Sr. Preller.
“Ser un pacificador es un proceso muy activo”, agrega él. “Lo más activo que hace un pacificador es orar.
“El mundo necesita de nuestras oraciones”. “Podemos participar directamente en Ginebra, en el Líbano o en Nicaragua.
“La paz no es utópica”, concluye. “Es una posibilidad porque es una realidad divina”.
La paz os dejo,
mi paz os doy;
yo no os la doy como el mundo la da.
Juan 14:27
