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La oración silenciosa en la iglesia

Del número de mayo de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una parte de cada uno de los cultos religiosos en la Iglesia de Cristo, Científico, se dedica a la oración silenciosa. ¿Cuán clara y constructiva es nuestra oración en esos momentos?

Como en toda oración científica, no hay ninguna fórmula para la comunión silenciosa con Dios en la iglesia. La oración dinámica está relacionada con las necesidades del momento, no es algo preconcebido, ni es una repetición sin inspiración de lo que sonó bien la semana anterior. En su Sermón del Monte, Cristo Jesús nos alertó contra las “vanas repeticiones”. Mateo 6:7.

En el Manual de La Iglesia Madre, la Sra. Eddy provee una importante pauta cuya obediencia bendice no sólo a nuestras iglesias, sino a la humanidad entera. Nuestra Guía nos indica: “Las oraciones en las iglesias de la Ciencia Cristiana deberán ser ofrecidas colectiva y exclusivamente en pro de las congregaciones”.Man., Art. VIII, Sec. 5.

El resultado de la oración vivificante e inspirada es tan individual como la oración misma. Puede que nos encontremos reemplazando observaciones humanas acerca de los asistentes con una opinión del hombre como Dios lo ve. De esta manera testificamos del hecho que la creación de Dios refleja sabiduría y misericordia, cumple Su propósito y actúa de acuerdo con Su designio.

¿Nos vemos, a veces, pensando en algún desacuerdo entre los miembros de la iglesia, o en esa sugerencia nuestra que no fue aceptada, o en que no se expresa suficiente cordialidad? ¿Pensamos en las finanzas o en el número de concurrentes? ¿Acaso no debiera el tiempo asignado a la oración silenciosa recordarnos que cada aspecto de la función de la iglesia puede ser considerado desde un punto de vista metafísico y no desde una base meramente humana? Nuestras oraciones pueden contribuir a la armonía de las iglesias, a la eficacia de los cultos religiosos, al fortalecimiento de la moral y de la habilidad sanadora de los presentes, o a algo enteramente diferente, según Dios lo disponga.

A veces, durante la oración silenciosa, me esfuerzo por percibir más claramente que no hay resistencia a la Verdad, porque la Verdad, Dios, es Todo, y no existe una fuente fuera de Sí mismo en donde pueda originarse resistencia alguna. Los miembros de la congregación son en realidad ideas de la Mente, y, por lo tanto, son receptivos a la Verdad y están alerta a ella, porque la Mente es la Verdad. Como la ley de la Verdad es omnipotente, la Ciencia Cristiana sana, y el Cristo está presente ahí mismo en el culto religioso y puede confortar, elevar y sanar. El bien que se expresa y se comprende es irrevocable, porque las expresiones de la Verdad son permanentes, inmutables.

Mi propia vigilancia se agudiza cuando afirmo que la Mente no puede vagar; ni tampoco puede Dios, la Mente, el único Ego, distraerse de Sí mismo. Puesto que el Espíritu, el Amor divino, es la única atracción genuina, el hombre conoce a Dios solamente como su Vida y Amor. Cualesquiera que sean las necesidades de la congregación, la Mente infinita nos suministrará los pensamientos angelicales apropiados.

Un domingo, durante la oración silenciosa que antecede a la repetición audible del Padre Nuestro, vislumbré, en cierta medida, por qué es tan importante concurrir a la iglesia, por qué el estudio de las Lecciones Bíblicas En el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. llevado a cabo en el hogar revela solamente un aspecto de sus bendiciones. En la iglesia, cuando oramos por las congregaciones como se nos indica, ¿no obtienen los presentes, como parte de la congregación, algo que quizás no recibirían mediante el estudio individual que llevan a cabo estando solos? ¿No se sentirá la gente atraída por este apoyo y deseará ser incluida en la oración vital e irresistible de la congregación? Y todos los que concurren, ¿no se sentirán profundamente incluidos en un abrazo cristiano que es más sustentador e innegable que un abrazo social y amistoso?

Quizás uno se pregunte: “¿No es acaso egoísta el orar en las iglesias exclusivamente por las congregaciones?” Al contrario, esta oración fortalece la institución que puede hacer el mayor bien. Si a aquellos en las congregaciones se les ayuda mediante la oración directa, ofrecida colectivamente, a resistir las tentaciones de la mente carnal, a encontrar la Ciencia divina cada vez más práctica en sus experiencias diarias y a llevar a cabo una mejor labor sanadora, esto, a su vez, bendice al mundo. Y esta gente cristiana, ¿no estará así más motivada y preparada para orar diariamente por el mundo?

A menudo suelo oír que, en algún testimonio o después de un culto, se mencionan las mismas ideas con las cuales yo había estado trabajando durante la oración silenciosa. Esto me indica que la oración obediente no sólo contribuye a fortalecer a la iglesia, sino que trae a luz la evidencia del buen trabajo que alguien ha hecho por medio de las inspiraciones compartidas por otros.

La primera vez que tomé parte en las actividades de la Ciencia Cristiana para las prisiones, como Lectora de un culto religioso en un centro correccional para hombres, durante la oración silenciosa mi consciencia se llenó de la alegre certeza de la unidad que existe entre Dios y Su creación, incluso la identidad verdadera de todos los que estaban allí presentes. Después del culto, un recluso comentó que, aunque hay muchas religiones, todos estamos intuitivamente buscando la misma cosa. Esto ciertamente proporcionó un inspirador tema de interés mutuo para nuestra conversación. El breve momento asignado para la oración silenciosa en nuestros cultos religiosos es realmente significativo y útil.

Una epístola del Nuevo Testamento nos dice: “Amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”. 2 Pedro 3:8. Un momento con Dios en oración inspirada es como mil momentos. La inspiración no toma tiempo. Tiempo significa duración finita, un intervalo medible. La inspiración se eleva por encima de la limitación, más allá de la reflexión humana hacia el reino de la inspiración y comprensión espirituales. Un instante con tal clase de pensamiento, sana. La percepción que rompe la limitación no puede de por sí ser atrapada por límites. El pensamiento sanador no es pensamiento mortal, y, por lo tanto, no depende de marcos mortales de tiempo. Dios no requiere de tiempo para pensar cuán bueno El es. Dios es bueno, y la oración eficaz nos abre los ojos para percibir a este Ser presente y perfecto.

La oración inspirada, obediente y silenciosa que se ofrece en la iglesia fortalece y protege la misión de la iglesia, apoya los pasos del pecador para que se aleje de la sensualidad, atrae a los afligidos, sana a los enfermos. ¡Cuán poderosos, cuán conmovedores, pueden ser esos pocos momentos de oración silenciosa!

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