Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Libres de la enfermedad

Del número de mayo de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Por qué los Científicos Cristianos consideran la enfermedad como irreal?

En 1901, un corresponsal del New York Herald entrevistó a Mary Baker Eddy en su casa en Concord, New Hampshire, y le preguntó: “ ‘¿Rechaza usted por completo la teoría de que las bacterias propagan la enfermedad?’ ” Su respuesta fue: “ ‘Oh,’ con una prolongada inflexión de la voz, ‘por completo. Si albergara esa idea acerca de la enfermedad, pensaría que yo misma estoy en peligro de contagiarme’ ”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 344.

¿En qué basaba con tanta convicción sus conclusiones la Sra. Eddy? ¿No estaba al tanto de los descubrimientos que el mundo médico había hecho sobre los gérmenes y las enfermedades, y la tan conocida relación que entre ellos existe como causa y efecto? ¿No se había mantenido al corriente de los descubrimientos en el campo de la ciencia, en el siglo diecinueve, que fueron los resultados de la obra de Luis Pasteur y otros? Un estudio de sus obras mostrará que ella había hecho sus propios descubrimientos, los que derraman una luz muy diferente sobre toda la existencia humana y que suscitan preguntas revolucionarias para que la humanidad ponga a consideración.

Uno de los puntos básicos de sus escritos es que los cinco sentidos materiales no dicen la verdad acerca del hombre y el universo. Dichos sentidos presentan la creencia de que la materia es sustancia y el mal es realidad, un cuadro que no puede reconciliarse con las enseñanzas de la Biblia, en la que Dios es Espíritu omnipresente, totalmente bueno, y que gobierna armoniosamente a toda Su creación, incluso al hombre creado a Su imagen.

La Sra. Eddy enseñó que la consciencia espiritual — no la material — revela la realidad del ser. Ella explicó que lo que ella denominó mente mortal, era un sentido falso del ser que pretende mezclar el bien con el mal, la verdad con el error, y pretende presentar a la materia como sustancia. Ella percibió que tales errores eran las creencias que Cristo Jesús vino a desenmascarar y a destruir hace dos mil años.

Naturalmente, las enseñanzas de la Ciencia Cristiana han cruzado espadas con muchas teorías humanas, especialmente aquellas que tratan a la materia como si fuera sustancia. Esto se debe a que hay diferentes percepciones de la realidad. Esta declaración de la Sra. Eddy lo ilustra claramente: “El Científico Cristiano encuentra sólo efectos, donde el médico busca causas”.Ciencia y Salud, pág. 379.

Hace unos años, mientras hacía mis quehaceres del otoño, tuve que vaciar el pequeño estanque de peces que hay en el patio. Mi esposa tenía dos pequeños barriles con tierra en ese estanque, en donde cultivaba lotos. Era nuestra costumbre llevar estos barriles al sótano durante el otoño, y dejarlos allí hasta que llegara la primavera. Así lo hice, colocándolos en el piso de concreto.

Pocas semanas después, tuve que mover uno de los barriles, y me sorprendió encontrar en el área húmeda debajo del barril una variedad extraña de insectos. Lo primero que pensé fue: “¿De dónde salió esto?” No era normal encontrar esos especímenes en el sótano.

Inmediatamente me di cuenta de que esos insectos debajo del barril no habían causado la oscuridad y la humedad que allí había, sino que habían aparecido porque el sitio proporcionaba un ambiente adecuado en el cual ellos medraban. En resumen, los insectos eran parte del efecto y no de la causa.

Recordé la declaración de la Sra. Eddy referente a la causa y el efecto, y empecé a ver más claramente la diferencia que hay entre los conceptos humanos comunes acerca de la enfermedad y los gérmenes, como entidades materiales, y la Ciencia Cristiana, que revela la naturaleza mental de todas las enfermedades. El cuerpo humano está constantemente expresando los pensamientos que ocurren en la mente mortal, incluso los temores y creencias de enfermedades difundidas en las noticias. Pero, por medio de la oración y del estudio de la Biblia junto con los escritos de la Sra. Eddy, podemos discernir la realidad y supremacía del bien, otorgados por Dios, y la irrealidad e impotencia del mal. Este reconocimiento de la realidad espiritual destruye el pecado y la enfermedad. La acción curativa de la Ciencia divina demuestra que el poder de Dios es tan efectivo en lo que se llama estado físico de la existencia como en el reino espiritualmente mental.

Poco después de lo ocurrido con el barril de los lotos, tuve una prueba práctica de los buenos resultados de razonar correctamente acerca de la causa y el efecto. Estaba haciendo algunos cursos en la universidad, incluso estaba tomando clases de educación física. Una de las cosas desagradables de esta clase era el estado tan sucio en que se encontraban los recipientes de desinfectantes colocados a la salida de las duchas. Una noche, al prepararme para ir a dormir, noté que tenía pie de atleta en estado avanzado.

Desde que tuve esta experiencia con los insectos debajo de los barriles en el sótano, he pensado con frecuencia sobre los llamados microorganismos. La Sra. Eddy se refiere en sus escritos a las ideas infinitesimales que Dios ha creado. Ver, p. ej., ibid. 503:3–5. Sabía que nada que esté incluido en el orden infinito de la creación de Dios es orgánico, sino que todo es siempre espiritual, ilimitado y eterno.

Percibí que Dios es la única causa y que, por lo tanto, los microbios no tienen poder para causar la enfermedad. No son más responsables por una enfermedad que lo es el considerar a los insectos, que estaban en el sótano debajo de los barriles, como la causa de la oscuridad y la humedad. No tuve que pasar más tiempo pensando en esta analogía. Simplemente cambié mi discernimiento desde el punto de vista material al espiritual y reconocí que el universo de Dios es el único lugar de mi ser. Puesto que la Vida, Dios, no es orgánica, tampoco es microorgánica. La Vida es Espíritu; la creación de la Vida, siendo espiritual, es inofensiva; incapaz de engendrar o experimentar la enfermedad. Debido a que la Ciencia Cristiana reconoce a Dios como causa y creador único, toda la creación, entendida científicamente, debe ser buena y armoniosa. Esta clase de razonamiento elevó mi pensamiento por encima de la situación, y me olvidé por completo de la enfermedad. Al día siguiente, cuando sin darme cuenta miré el pie, ya no había vestigios de ella.

Las variadas curaciones que demostró Cristo Jesús, generalmente consideradas como milagros, hicieron que, hace siglos, el mundo pusiera en tela de juicio las opiniones reconocidas en cuanto a los métodos materiales de tratamiento. Dada la profunda comprensión que nuestro Maestro tenía de la realidad espiritual, cuando él expresaba la palabra de Verdad, la enfermedad se desvanecía. No importaba si se trataba de lepra, ceguera, sordera, deformidad u otra cosa. El las sanaba todas.

Jesús señaló que lo que necesitaba transformarse era la percepción que los mortales tienen de la creación, y procuró hacer esto abriéndoles los ojos y los oídos para que discernieran la verdad del ser. Cuando sus discípulos le preguntaron por qué le hablaba a la gente en parábolas, les dijo: “Porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden”. Pero de sus discípulos él declaró: “Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen”. Mateo 13:13, 16.

La Ciencia Cristiana, al seguir los pasos de nuestro Maestro, nos enseña que la causa de toda aparente enfermedad y pecado es, básicamente, un concepto erróneo de la naturaleza del hombre y el universo, que, por medio de una educación equivocada, son representados como materiales y sujetos a una vasta colección de condiciones limitativas y discordantes. Sin embargo, el hombre y toda la creación, como se ve en el primer capítulo del Génesis, y se explica en la exégesis de ese capítulo en Ciencia y Salud, Ver Ciencia y Salud 502:22–519:6. son creados por un Dios a quien Jesús definió como Espíritu. Ver Juan 4:24. Por lo tanto, deben ser espirituales, no materiales. Los Científicos Cristianos consideran que la materia y el mal son ilusorios, temporales, y sostienen que tales conceptos errados de la sustancia deben ceder al pensar correcto. Estos son finalmente destruidos por la comprensión de la Verdad.

¿Qué sucede a medida que se destruye la materialidad; a medida que le cede su lugar en la consciencia humana a la espiritualidad? No queda vacío alguno cuando la humanidad supera a la mortalidad por medio del progreso espiritual. La existencia e identidad espirituales continúan en todos nosotros a medida que nuestra consciencia ascendente de la realidad se eleva por encima de las opiniones erróneas sobre el ser real. Entonces empezamos a vernos a nosotros y al universo que habitamos desde un punto de vista un poco más cercano a Dios. Se llega a ver con claridad que el hombre y el universo, comprendidos correctamente, siempre han estado — y están ahora — libres de las pretensiones del mal y de la limitación.

Al seguir el ejemplo de Cristo Jesús, y al practicar sus enseñanzas en nuestra vida diaria, podemos liberarnos de todas las creencias de enfermedades. El mundo puede que llame a tal ejemplo de liberación, curación cristiana, y así lo es. Pero, considerado en términos metafísicos absolutos, es un despertar de la ilusión de la existencia material a la Ciencia del ser; a la comprensión de la verdad de Dios, eterna y armoniosa, y de Su reflejo perfecto, el hombre.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / mayo de 1986

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.