Es fácil ver cómo el pensamiento mueve la mano. Pero, ¿qué podemos decir de las llamadas funciones involuntarias, como el funcionamiento de los ojos, el corazón y el aparato digestivo?
La Ciencia Cristiana nos enseña que lo que equivocadamente se llama acción involuntaria es el resultado del pensamiento, tan ciertamente como lo es la acción considerada como voluntaria. Pero esta Ciencia no trata de corregir la acción defectuosa por medios mecánicos tales como la biorregeneración, o, por métodos mortalmente mentales tal como la autohipnosis. Si alguien tiene necesidad de curación orgánica o funcional, necesita más de lo que la mera voluntad humana puede proporcionar. Necesita comprender que Dios es Mente, Espíritu, que produce toda acción verdadera. Necesita comprender su verdadera naturaleza como hijo de Dios, como el efecto directo de la Mente.
Hace más de un siglo, la Sra. Eddy escribió en Ciencia y Salud: “Comprender que la Mente es infinita, que no está limitada por la corporalidad, que no depende del oído y del ojo para el sonido o la vista, ni de los músculos y los huesos para la locomoción, es un paso hacia la Ciencia de la Mente, por medio de la cual percibimos la naturaleza y la existencia del hombre”.Ciencia y Salud, pág. 84.
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