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Venzamos la resistencia a compartir la Ciencia Cristiana

Del número de junio de 1986 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando por primera vez nos sanamos en la Ciencia Cristiana y nuestra vida mejora por completo, compartimos generosamente con los demás la maravillosa fuente de las bendiciones que hemos recibido. Pero si nuestros esfuerzos por compartir encuentran oposición, nos sentimos inclinados a pensar que hemos adquirido la “sabiduría” de no compartir.

Sin embargo, la renuencia a compartir está lejos de ser sabiduría divina, que actúa mediante la oración para vincular a los que quisieran dar con los que quisieran recibir de buen agrado. Al espiritualizar nuestros esfuerzos, podemos renovar nuestros deseos de compartir. La Sra. Eddy cita a Cristo Jesús como nuestro ejemplo cuando dice: “Enfrentó y venció la resistencia del mundo”.Escritos Misceláneos, pág 74.

Jesús demostró que la resistencia no tiene ningún poder al sanar y redimir a los demás, y al resucitar o espiritualizar su propio pensamiento, que lo capacitó para triunfar sobre la tumba. Sus seguidores también pueden demostrar, aunque sea con comienzos modestos, que la resistencia no tiene poder alguno. Después de todo, él prometió: “Yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan”. Lucas 21:15.

La naturaleza irresistible de Dios hace que el bien sea irresistible, puesto que Dios es el bien. Dios, el único creador, jamás creó un opuesto que lo resistiera a El o a Su creación. La resistencia es una mentira acerca de la creación de Dios, y esta creación incluye al hombre creado a Su semejanza, nuestra verdadera identidad.

La mentira de la resistencia influye nuestra acción de compartir en el grado en que la consideramos verdadera. No obstante, esta pretensión de que hay un opuesto a Dios, que resiste Su totalidad, quisiera sugerir a los que piensan compartir la verdad: “La gente está sumamente ocupada; no están interesados en la religión; no confían en la curación espiritual debido a la publicidad adversa; están satisfechos con lo que tienen y no necesitan lo que la Ciencia Cristiana ofrece; tal vez no es sabio que me identifique como Científico Cristiano”.

Si estas excusas desfilan ante nosotros, podemos rechazarlas y reemplazarlas con la verdad, estando firmes en la convicción de que no provienen de la sabiduría divina y que, por lo tanto, no tienen una fuente valedera. Debido a que hay sólo una Mente, Dios, o la Verdad, no hay muchas mentes: algunas, muy ocupadas para darse cuenta cuando se les ofrece la verdad, y, otras, indiferentes para con Dios; algunas, con prejuicios contra la curación en la Ciencia Cristiana, y, otras, cerradas a la verdadera teología divina; y, algunas, temerosas de enfrentar y vencer estas pretensiones.

La Mente única es eterna, omnímoda, justa, pura y carente de temor. El comprender esto en cierto grado, y esforzarnos por demostrar nuestra verdadera naturaleza como el hombre perfecto e impecable, nos capacita para demostrar que el tiempo, la indiferencia, la disensión, la complacencia y el temor, no gobiernan a nadie.

A medida que vencemos en nuestra propia consciencia la renuencia a reconocer y practicar la infinita y eterna realidad de la perfección divina, podemos demostrar, paso a paso, que el bien siempre es Todo. Cuando despertamos espiritualmente a la comprensión de la naturaleza verdadera de Dios y el hombre, comprendemos la autoridad divina para sanar la resistencia. La Sra. Eddy explica en Ciencia y Salud: “La resistencia humana a la Ciencia divina se debilita en la proporción en que los mortales renuncian al error en provecho de la Verdad y la comprensión de la existencia reemplaza a la mera creencia”.Ciencia y Salud, págs. 329–330.

Todo esfuerzo sincero que hagamos por expresar esa sabiduría que nos llega a través de la comprensión espiritual, trae consigo una serie de consecuencias. Como dijo Isaías: “El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea cumplido pronto”. Isa. 60:22.

Esto fue demostrado gráficamente en la experiencia de un Científico Cristiano que era corredor de bienes raíces. Mediante la oración, fue guiado a informar al comité de miembros de la junta local de corredores de bienes raíces, que iba a aparecer un artículo especial en el The Christian Science Monitor, un periódico internacional, que traería información sobre las metas y actividades de dichas juntas en todo el país. ¡Imagínense su gratitud cuando el comité compró mil ejemplares de la edición en la que apareció ese artículo y envió esos ejemplares a corredores de bienes raíces que no eran miembros de la junta!

Abundan las oportunidades para compartir. Cada edición del Monitor contiene artículos que podrían ser de interés práctico para alguien que conozcamos. Todas las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana están llenas de semillas de curación que pueden fructificar en la experiencia de muchas más personas de las que actualmente las reciben. El concurrir a un culto religioso de la iglesia, a una clase de la Escuela Dominical, a una reunión de la organización universitaria de la Ciencia Cristiana, o a una conferencia de Ciencia Cristiana patrocinada por una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, ha cambiado a menudo el concepto de la vida que tienen algunas personas.

La Biblia y Ciencia y Salud todavía tienen por delante una vasta misión reformadora. Quienes han recibido ayuda de estos libros y han sido inspirados por las publicaciones periódicas y las actividades de la iglesia, tienen el gozoso privilegio de compartir de la manera en que los libros mismos muestran que debe hacerse. Nuestros libros de texto nos enseñan que la acción de compartir es eficaz cuando se realiza mediante la demostración genuina, y no por medio de la voluntad humana o de un ofrecimiento fortuito.

Cada uno de nuestros pasos de progreso espiritual para vencer la falsa creencia de que el bien puede ser resistido, transforma esa oportunidad de compartir en una importante experiencia sanadora. Así, paso a paso, demostramos que nada puede oponer resistencia a la Ciencia que Dios ha revelado o a la curación espiritual que El autoriza.


Sanad enfermos, limpiad leprosos,
resucitad muertos, echad fuera demonios;
de gracia recibisteis,
dad de gracia.

Mateo 10:8

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