El trasplante de órganos — la transferencia de órganos de un cuerpo a otro — es bastante común en algunos casos. Vemos que, cada vez más y con mayor éxito, un riñón o un corazón lesionado o enfermizo se sustituye por otro saludable.
Entonces, obviamente, la pregunta sobre si el trasplante de órganos vitales se puede lograr, o no, ha sido contestada. Sin embargo, todavía quedan preguntas sin contestar, preguntas que tienen un profundo significado en nuestra búsqueda de una mayor comprensión de lo que en realidad es el hombre.
Por ejemplo, ¿debemos tratar la identidad como nada más que un organismo corpóreo? ¿Debemos permitir que un mero reordenamiento físico determine las posibilidades de nuestra vida, una vida que en sí misma da testimonio de algo más que lo físico? ¿Puede, realmente, un cambio de órganos corporales traer regeneración o satisfacer nuestros deseos por una existencia más moral y espiritual? ¿Está la vida a merced de las condiciones materiales del cuerpo? ¿Debe estar la inteligencia subordinada a la no inteligencia?
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!