Una de las razones por la cual la gente es tan receptiva a las parábolas de Jesús es que siempre están relacionadas con circunstancias humanas creíbles. Como ha sido indicado por eruditos de la Biblia‚ este hecho‚ por sí sólo‚ ayuda a comunicar las poderosas “buenas nuevas” del evangelio que Jesús nos trajo: que el reino de Dios está literalmente presente aquí y ahora‚ y que‚ mediante la obediencia y el amor‚ podemos llegar a comprender Su presencia aquí mismo‚ ahora mismo.
Esto difícilmente podría expresarse con tanto sentimiento como en ese supremo momento en la parábola del hijo pródigo‚ Vez Lucas 15:11–32. cuando el hijo‚ después de su larga estadía en “una provincia apartada”‚ por fin “volviendo en s픂 se encaminó hacia la casa de su padre. “Y cuando aún estaba lejos”‚ nos dice Jesús, “lo vio su padre‚ y fue movido a misericordia‚ y corrió‚ y se echó sobre su cuello y le besó”.
Se encuentran pocos momentos tan emotivos como éste en la literatura mundial‚ religiosa o de otra clase. Pero lo sorprendente es que estas situaciones humanas tan vívidamente imaginadas también correspondan a nuestras intuiciones más profundas sobre lo que significa experimentar la gracia‚ la misericordia y el poder del Amor. Porque el padre no esperó a que el hijo avanzara paso a paso en su camino de vuelta al hogar con las últimas fuerzas que le quedaban. El corrió a abrazarlo como hijo suyo.
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