En los últimos años de mi adolescencia, muy a menudo me sentía mal de salud. Muchas veces consulté al médico, pero no encontraba nada que pudiera causarme malestar, y le dijo a mi madre que de lo único que yo padecía era de temor a estar enferma. Sin embargo, nosotros habíamos oído hablar de la Ciencia Cristiana, y en cuanto comencé a leer la literatura de la Ciencia Cristiana, incluso Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, vencí el temor a la enfermedad. Más adelante me hice miembro de una iglesia filial y de La Iglesia Madre; finalmente tuve el privilegio de recibir instrucción en clase de Ciencia Cristiana.
Durante unos treinta años no tuve serias dificultades físicas que vencer. Mi confianza aumentó, y gocé de una vida feliz; incluso llegué a dominar un trabajo que exigía mucho. Poco después de jubilarme, mi madre falleció; ella y yo habíamos sido muy unidas. Mas, por medio de la oración, superé inmediatamente todo sentimiento de pesar.
Hace unos cinco años, cuando empecé a sentir dolores en varias partes de mi cuerpo, fue para mí un desafío al cual tuve que enfrentarme. No se diagnosticó el mal, pero parecía ser una severa artritis. Perdí peso, y no me era posible estar ni parada ni sentada por algún tiempo sin sentir molestias. Tampoco podía voltear la cabeza.
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