Cuando se fue de casa,
Me asaltaron por momentos
El temor, las penumbras en medio del día,
El no saber jamás cuándo, si es que alguna vez,
Volvería al hogar.
Escudriñé rostros en el camino,
Orando para ver el suyo;
Para saber que él aún
Peregrinaba en este mundo.
Entonces clamé, como madre,
Al Padre-Madre de nosotros todos, y
Dios el Padre-Madre muy dulcemente
susurró: “Todo está bien”.
Con paciente espera, aguardé en el camino.
A lo lejos divisé a mi hijo.
Supe que era él
Y que, en realidad, jamás se había ido
Del hogar de su Padre-Madre.
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