El proverbio: “La práctica perfecciona”, se aplica a casi todo lo que una persona desea hacer bien. Si uno quiere llegar a ser un pianista, no sólo debe tomar lecciones de piano, sino también practicar la instrucción recibida.
La Sra. Eddy sabía muy bien la importancia de practicar lo que se nos ha enseñado. Algunos de sus alumnos recuerdan que antes que finalizara la instrucción en clase con ella, les asignaba la tarea de curar. C. Lulu Blackman escribió: “La Sra. Eddy... terminó su tercera lección con estas palabras: ‘Ahora vayan a su casa y tomen su primer paciente’. A mi juicio, yo aún no estaba preparada para tomar un paciente... Fue un gran alivio para mí recordar que nadie me conocía en Boston, de modo que no era posible que alguien me llamara para pedirme tratamiento... El alivio duró bien poco, pues apenas abrí la puerta del lugar donde me hospedaba, me encontré con que uno de los miembros de la familia estaba muy enfermo de erisipela. Cuando vio que me apresuraba a escaparme a mi habitación, me llamó y dijo: ‘Si puede hacer algo por mí, ¿por qué no lo hace?’
“La rápida curación que tuvo lugar a raíz de mi obediencia al requerimiento de la Sra. Eddy de que tomara mi primer paciente, me dio una clara percepción de algo característico de la Sra. Eddy: su fe en el poder de la Palabra de Dios cuando ésta era aplicada a través de la Ciencia que ella le estaba dando al mundo”. We Knew Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1979), pág. 57.
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