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Las drogas: El hombre no es adicto al mal ni es atraído por él

Del número de enero de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un joven a quien conozco pasó años de desdicha desesperada y destructiva, odiándose a sí mismo y recurriendo a las drogas para encontrar alivio. "Estaba en busca del cielo, y de mí mismo", me dijo tiempo después.

Con el tiempo, conoció al hermano de un amigo, un hombre que expresaba fortaleza y amor. Este hombre era estudiante de Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), y le habló al joven acerca de esta verdad. Al cabo de pocas semanas el joven recurrió a la oración. Aceptando de todo corazón el nuevo concepto de Dios y del hombre que la Ciencia Cristiana expone, ganó la batalla y se liberó. Dejó las drogas, y hasta hoy está libre de ellas, sintiéndose mucho más feliz y menos egoísta.

¿Qué había ocurrido? Después de todo, comúnmente el adicto a las drogas inveterado va de mal en peor, e inclusive llega a morir. Las noticias en los diarios, la televisión y la radio indican que hay una ola creciente del hábito a las drogas, y del tráfico de éstas, en muchas partes del mundo debido a una variedad de causas. Las creencias populares dicen que si bien el adicto quisiera desistir del hábito, los síntomas pueden ser una severa prueba y no siempre se consigue el éxito.

El joven que mencionamos dependía tanto de las drogas‚ tanto alucinógenas como narcóticas‚ que nada menos que una “revolución” podía ayudarlo. Y fue precisamente una “revolución” en cuanto al concepto de la naturaleza del hombre lo que lo ayudó. Al tratar de descubrir cómo era que su amigo podía estar tan serenamente confiado‚ vio que la Ciencia Cristiana enseña que el hombre no está hecho de sustancias químicas ni guiado por un cerebro que funciona a base de conexiones eléctricas. El hombre originalmente fue‚ y ahora es‚ la imagen espiritual‚ o expresión‚ del Espíritu‚ Dios. La Biblia declara: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree.. . en toda la tierra”. Gén. 1:26.

Sobre esta base‚ el joven vio que podía reemplazar el concepto que tenía de sí mismo como un mortal material‚ con el hecho espiritual de que para Dios‚ el bien infinito o Espíritu‚ él era‚ en verdad, el resultado completo‚ puro e invariable del ser mismo de Dios. Gradualmente vio que el hombre como imagen de Dios deriva toda su vida‚ fortaleza‚ inteligencia‚ identidad y singularidad‚ de Dios y no de la química.

¿Qué decir acerca del cuadro mortal: esa vida estrecha y egoísta que él parecía odiar tanto, su alejamiento de la sociedad, las relaciones fracasadas de las que él creía que necesitaba escapar recurriendo a las drogas? Encontró lo que todos descubren cuando recurren de todo corazón a la Ciencia Cristiana: que una pequeña vislumbre de la realidad espiritual de la vida, comienza a cambiar toda nuestra perspectiva y nuestro enfoque de la vida. Gradualmente se descubre que lo que antes parecía verdadero y sólido es falso; que es una imposición.

Aunque pudiera parecer que la vida está encerrada en la materialidad‚ la incertidumbre‚ la futilidad y la desesperanza‚ la perspectiva desde este punto de observación o altitud del Espíritu, es radicalmente diferente. Tal como una vista del mar o de un valle se amplía y transforma cuando alcanzamos un nivel más elevado del que éstos están‚ así‚ el elevarnos a la comprensión espiritual de lo que es el hombre empieza‚ y continúa‚ a revelar la vida como es en verdad: totalmente espiritual‚ sin “altos” ni “bajos”, sin necesidad de estímulos o sedativos materiales. La vida siempre se está desarrollando para el hombre espiritual en cualidades renovadas e individuales. Como mi amigo descubrió‚ este concepto semejante al Cristo acerca del hombre, empieza a transformar la experiencia humana, gradual y firmemente, como el amanecer expulsa la oscuridad primero en el Este, y, después, en todo el cielo. Trae un renacimiento espiritual que sana y salva.

Cuando estaba yo escribiendo una serie de artículos periodísticos sobre la lucha global contra el hábito a las drogas, me encontré con muchas personas desinteresadas que en diversas partes del mundo ayudan, a su manera, a liberar a los adictos‚ especialmente a los jóvenes‚ de la dependencia en las drogas. Ninguna de ellas pensaba que había encontrado la respuesta final. La mayoría admitió que restringir la provisión de drogas — mediante la acción policial contra cultivadores o traficantes‚ por ejemplo — daba menos resultados que restringir la demanda de drogas de parte de quienes las usaban. No obstante‚ me dijeron francamente que este cambio dependía de un cambio en la manera de pensar y en la perspectiva del pensamiento individual‚ y que‚ aparte de la educación pública dirigida a los jóvenes y a sus padres‚ no sabían cómo podría lograrse esa meta.

El hábito mismo puede adoptar muchas formas. Podríamos ser adictos a correr para ejercitarnos o a comer y beber. Algunos dicen que la dependencia en las drogas puede dominarse usando otras vías de escape — la música, los pasatiempos — como un medio de autoexpresión.

La Ciencia Cristiana adopta un enfoque completamente distinto. En lugar de reemplazar los procedimientos materiales perjudiciales con diferentes procedimientos materiales‚ hace que recurramos a Dios, el Espíritu, por medio de la oración‚ y nos lleva a buscar un concepto completamente espiritual acerca de la naturaleza del hombre, una comprensión científica de la pureza del verdadero estado del hombre. El estudio diario de las palabras y obras de Cristo Jesús‚ como se encuentran en la Biblia, así como el estudio de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy‚ quien descubrió y fundó la Ciencia Cristiana‚ ayuda a alimentar esta hambre que hay de comprensión espiritual. Comenzamos a comprender que lo que los mortales ven como cosa irremediable‚ como desesperación y aborrecimiento de sí mismos‚ son fases de un punto de vista completamente equivocado acerca de la vida. Comprendemos que el poder del Cristo‚ la Verdad‚ corrige esta equivocación‚ y sana.

Aquel que sinceramente desea liberarse de las drogas‚ y todo padre o amigo que desea ayudar‚ puede vencer‚ mediante el poder de la Verdad‚ el temor de que el hombre está inevitablemente a merced de la química mortal. El primer paso consiste simplemente en alcanzar la comprensión inicial de que el hombre creado a la imagen de Dios está ahora‚ y por siempre ha estado‚ a la altura de la perfección espiritual en el ser inmortal.

Como Jesús lo comprobó‚ la creencia en la autoridad‚ historia y poder de la materia‚ opone resistencia al albor de la verdad espiritual. Tenemos que esforzarnos por vencer esta resistencia. Pero‚ a medida que avanzamos decididos‚ viendo y demostrando cada vez más lo que hemos vislumbrado acerca de Dios y del hombre‚ la Verdad elimina el error latente‚ y el resultado es curación. El pensamiento deja de entregarse al escape egoísta y a los deseos mortales. En vez‚ se exterioriza en gratitud‚ pureza y gozo. Esto se manifiesta en que encontramos nuestra felicidad en el bien del prójimo‚ en el desinterés‚ en servir a la humanidad en vez de aborrecerla o apartarnos de ella.

El hombre espiritual y verdadero no es adicto al mal ni se siente atraído por él; está unido de manera inevitable e irresistible a la naturaleza y al ser de Dios‚ el Espíritu. Para el adicto, esto significa que no tiene que tratar desesperadamente de encontrar el cielo en la goma de una amapola, en las hojas de coca o de una planta de marihuana, o en drogas sintéticas, que son los tristes frutos de las probetas de laboratorio. En vez‚ encuentra su libertad verdadera y felicidad permanente en amar a Dios y al hombre. La pureza y unidad del hombre con el Espíritu implican que‚ en el caso de un joven adicto‚ los padres puedan ver que él está gobernado por completo y en todo momento por Dios‚ su Padre y Madre verdaderos. Esta comprensión da a los padres fortaleza y amor para apoyar a su hijo‚ para ayudarlo‚ escucharlo y alentarlo. La identidad del hombre no es vulnerable a los efectos químicos ni a la flexión o alteración materiales‚ a pesar de lo que presenten los sentidos materiales. El orar desde este punto de vista exige valor y persistencia; es revolucionario‚ pero da resultado.

Tanto el adicto como su familia‚ y también‚ todos nosotros‚ podemos aceptar el gran don que Dios ha otorgado al hombre: señorío en toda la tierra. Podemos recurrir con gozo y libertad creciente al cielo que está a mano. La Sra. Eddy da esta definición de Cielo: “Armonía; el reino del Espíritu; gobierno por el Principio divino; espiritualidad; felicidad; la atmósfera del Alma”. Ciencia y Salud, pág. 587. Principio y Alma se refieren a Dios‚ a la esencia misma de todo lo que es real. Dios es el Principio del hombre.

Cristo Jesús no dijo que el conocimiento de Dios y del hombre reside en la materia. Dijo‚ más bien: “El reino de Dios está entre vosotros”. Lucas 17:21. Toda su vida y obra mostraron la superioridad del Espíritu: su poder sobre la enfermedad‚ el pecado y la muerte. Lo que él hizo, hemos de seguir. Lo que mi amigo encontró‚ otros también lo pueden encontrar. El descubrió la verdad que todavía brilla en las palabras que‚ hace muchos siglos‚ escribió el Apóstol Pablo: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento‚ para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios‚ agradable y perfecta”. Rom. 12:2.


Oye‚ oh Jehová‚ y ten misericordia de mí;
Jehová‚ sé tú mi ayudador.
Has cambiado mi lamento en baile;
desataste mi cilicio‚
y me ceñiste de alegría. Por tanto‚ a ti cantaré‚
gloria mía‚ y no estaré callado.

Salmo 30:10–12

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