Desde un poco antes de mi matrimonio, he tenido curaciones por medio de la Ciencia Cristiana. Desde la infancia, había sufrido de ataques repetidos de asma. La molestia aparecía con cada invierno. Con el pasar de los años, busqué ayuda en los remedios materiales, sin ningún éxito.
Hace cerca de ocho años, cuando sufrí un fuerte ataque de asma, mi novia (quien es hoy día mi esposa) me sugirió que me comunicara con un practicista de la Ciencia Cristiana. (Mi novia conocía la Ciencia Cristiana porque desde su niñez, tanto ella como su madre habían asistido a los cultos religiosos de un grupo de Científicos Cristianos.)
El practicista oró por mí y me recomendó citas para que estudiara. Este versículo de la Biblia me fue de gran ayuda: “Porque en él [Dios] vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28). A causa de que otro miembro de mi familia había sufrido de asma, también encontré ayuda meditando sobre esta declaración de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy: “La transmisión hereditaria no es una ley” (pág. 178).
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