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[Original en portugués]

Desde un poco antes de mi matrimonio, he tenido curaciones por...

Del número de diciembre de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde un poco antes de mi matrimonio, he tenido curaciones por medio de la Ciencia Cristiana. Desde la infancia, había sufrido de ataques repetidos de asma. La molestia aparecía con cada invierno. Con el pasar de los años, busqué ayuda en los remedios materiales, sin ningún éxito.

Hace cerca de ocho años, cuando sufrí un fuerte ataque de asma, mi novia (quien es hoy día mi esposa) me sugirió que me comunicara con un practicista de la Ciencia Cristiana. (Mi novia conocía la Ciencia Cristiana porque desde su niñez, tanto ella como su madre habían asistido a los cultos religiosos de un grupo de Científicos Cristianos.)

El practicista oró por mí y me recomendó citas para que estudiara. Este versículo de la Biblia me fue de gran ayuda: “Porque en él [Dios] vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28). A causa de que otro miembro de mi familia había sufrido de asma, también encontré ayuda meditando sobre esta declaración de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy: “La transmisión hereditaria no es una ley” (pág. 178).

Gracias a la consagrada oración del practicista, el asma me dejó para siempre. Estoy muy agradecido por esta curación. Después de que sucedió esto, comencé a estudiar la Lección Bíblica y a asistir a los cultos religiosos celebrados por un grupo de Científicos Cristianos.

En otra ocasión, cuando estaba encargado de la producción y cobros de la firma en la cual estaba trabajando, al finalizar cada mes me sentía muy preocupado porque todo saliera bien y porque se lograran las metas anticipadas, todo lo cual aumentaba mi tensión. El agotamiento producido por esto fue muy grande para mí, hasta el punto de llegar a enfermarme. En mi trabajo de oración para vencer esta dificultad encontré de gran inspiración el Salmo 23 y la siguiente declaración en Ciencia y Salud: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494).

Finalmente, dejé de tratar de resolver los problemas meramente por medio de esfuerzos humanos, que lograban tan poco, y, en cambio, confié en las verdades de la Biblia y de Ciencia y Salud, y dejé que Dios me guiara. Pronto, quedé libre de la presión y la preocupación, y las cosas comenzaron a salir bien.

Tanto mi familia como yo hemos recibido innumerables beneficios. Doy gracias a nuestro Padre-Madre Dios por esta preciosa Ciencia. Siento una inmensa gratitud por los escritos de la Sra. Eddy y por las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, que nos traen tanto consuelo.


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