Ya entrada la noche, contemplo la estrella,
Como entonces lo hicieron los tres.
¿Dejaré todo, al igual que ellos,
Para llegar hasta él?
Y cuando halle la verdad, mansamente envuelta
En pañales,
Tan simple,
Tan pura,
¿Iré al establo
En busca de reyes con ropa de gala?
Oh deja que alegremente abra mi corazón
Y haga como los magos, que, de rodillas,
Lo adoraron con pureza.
No hay pedantería rebuscada
Ni rituales aparatosos,
Sino una estrella, y el arrullo de un bebé,
En un pesebre, en humildad.
Que, cual los magos, pueda yo de rodillas permanecer,
Ofreciendo lo que tengo,
Pidiendo sólo “recibir más de su reaparición...”Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy, pág. 35.
¡Ah, serenidad!
La voz de la Verdad es simple;
Que yo no deje de captar su sencillez,
La que, al ser recibida en el corazón,
A la tierra trae liberación.
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