Hace algunos años, cuando mi esposo y yo estábamos trabajando mucho para establecer nuestro pequeño negocio, sucedió algo que nos hizo entender mejor el cuidado siempre presente de Dios.
Necesitábamos para nuestro producto un acero muy especial, que sólo podíamos obtener en pequeñas cantidades debido a nuestra limitada situación financiera. Sin embargo, llegó el momento en que necesitamos esta mercancía en grandes cantidades, y tratamos de pedir un cargamento. El fabricante de acero con quien nos pusimos en comunicación ni siquiera iba a tomar nuestro pedido si no podíamos probar nuestra estabilidad financiera, algo que nos tomó bastante tiempo. Entonces supimos que a la compañía le llevaría varios meses fabricar nuestro acero.
Por fin, nos dieron la fecha en que recibiríamos el acero. Había gran expectativa de parte del personal mientras nos preparábamos para usar el nuevo acero. Hasta hicimos un nuevo diseño de nuestro producto para ajustarlo al metal de mejor calidad. El día en que el acero debía ser enviado, recibimos una llamada telefónica de la fábrica informándonos que, debido a un error de entrega, nuestro cargamento había sido entregado a otra firma. Nos dijeron que el volverlo a procesar llevaría meses. ¡Nos quedamos pasmados!
Al escuchar esto, fui a otro cuarto para recobrar mi compostura, e inmediatamente recurrí a Dios en busca de ayuda. Al mismo tiempo, yo sabía que mi esposo estaba orando también. Ambos — cada uno a su manera — elevamos nuestro pensamiento a Dios para volvernos más conscientes de que El lo gobierna todo. Oré: “Querido Padre, sé que esta aparente carencia es simplemente un falso cuadro material. No puede convencerme de que algún error pueda tener lugar en Tu universo perfecto”. Me sentí invadida de una maravillosa sensación de paz y sentí que nada importaba realmente, excepto esta verdad. Mi esposo y yo habíamos demostrado muchas veces lo práctica que es la siguiente afirmación de Mary Baker Eddy: “Golpear a diestra y siniestra contra la niebla jamás aclara la visión, mas levantar la cabeza por encima de ella, es suprema panacea” (Escritos Misceláneos, pág. 355).
Se me hizo muy claro que por encima de la niebla del sentido físico, percibimos la verdad de que todo lo bueno siempre es abundantemente proporcionado. Volví a la oficina para encontrar a mi marido en un estado de asombro. Acababa de recibir una llamada de una compañía de subasta. El que llamaba buscaba ansiosamente un comprador para un cargamento de un tipo de acero especial que había adquirido en una subasta. Era exactamente lo que necesitábamos. Además, ya estaba en la Costa Oeste, ¡a nuestra disposición, mucho antes de que lo hubiera estado nuestro envío original!
Estábamos muy impresionados por esta respuesta inmediata a nuestra oración. En quince minutos se nos había restituido lo que antes nos había tomado meses para encargar y hacer fabricar para nosotros. No mucho tiempo después, llegó el acero comprado en la subasta justo en la fecha prometida, y fue rápidamente integrado en nuestro proceso de producción.
Muchas otras veces, pudimos comprobar el poder sanador y la dirección de la Mente divina mientras trabajábamos en este negocio. Una vez, cuando mi esposo estaba tomando fotografías en la planta, se subió sobre un gran transformador para lograr un cierto ángulo fotográfico. De repente, resbaló y cayó unos dos metros, lastimándose gravemente la cadera en una saliente de metal. La herida era muy profunda.
Nos fuimos a casa inmediatamente, y llamamos a una practicista de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) para que nos ayudara por medio de la oración. Yo estaba alarmada por la seriedad de la lesión, pero la practicista me tranquilizó por completo. Me ayudó a reconocer que nada malo podía pasarle al hombre de Dios porque él siempre “habita al abrigo del Altísimo” (Salmo 91:1). Tanto mi marido como yo nos calmamos inmediatamente, y pronto continuamos estudiando y orando, usando el Salmo 91. A los pocos minutos, sentimos que la curación se estaba realizando. Mi marido pronto quedó libre de dolor. La herida sanó muy rápidamente, y él no perdió más tiempo en su trabajo. No hubo ninguna clase de consecuencias; estábamos muy agradecidos de haber comprobado de una manera tan grandiosa la eficacia de esta maravillosa Verdad espiritual, o Principio.
Aunque mi esposo falleció hace poco, las verdades inmortales que comprendí a través de los años por medio de la Ciencia, me han sostenido y me han ayudado a ser más consciente de la naturaleza eterna del hombre como reflejo de Dios.
Sunnyvale, California, E.U.A.