Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Poco después de comenzar el estudio de Ciencia Cristiana, aprendí...

Del número de abril de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Poco después de comenzar el estudio de Ciencia Cristiana, aprendí el maravilloso poder de la gratitud.

Antes de empezar este estudio, durante varios años fui tratado por los médicos debido a un severo problema en la espalda. Empero, esta condición no mejoró, sino que empeoró. Entonces los médicos me dijeron que no había remedio para lo que se diagnosticó como artritis en la espina dorsal. Todo lo que podían hacer por mí era recetarme medicamentos para aliviar el dolor. Llegaron a esta conclusión después de muchos exámenes, radiografías, etc.

Una tarde, me sentí impulsado a asistir a una reunión de testimonios de los miércoles en una iglesia filial. Mientras miraba hacia el frente de la iglesia, vi esta cita de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, grabada en la pared (pág. 494): “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”. Esta declaración me dio mi primer rayo de esperanza.

Después de la reunión de testimonios, cuando iba saliendo de la iglesia, le pregunté a un ujier cómo podía ponerme en comunicación con un practicista de la Ciencia Cristiana. (La palabra “practicista” había sido mencionada en los testimonios aquella noche.) El ujier atentamente me dirigió al estante con literatura de la Ciencia Cristiana que era gratis, y me recomendó que tomara un ejemplar del The Christian Science Journal, el cual incluye una lista de practicistas.

Cuando llegué a casa busqué en el Journal y encontré que había una practicista listada en mi misma dirección. Consulté el directorio del edificio y descubrí que esta señora era mi vecina, vivía justamente al lado de mi departamento. (Había ciento veinte familias en este inmenso edificio de departamentos.) A la mañana siguiente, toqué el timbre en el departamento de mi vecina y me presenté. La practicista aceptó orar por mí, y desde ese momento entré en el camino de una completa curación.

Al principio, la curación fue manifestándose gradualmente y a veces parecía retroceder. Me di cuenta entonces de que los síntomas no eran tan frecuentes. Un día en que me sentía desalentado, esta bondadosa practicista me hizo notar que quizás yo debería ser más agradecido. Mi primera reacción a esta observación fue: “¿Cómo puedo estar agradecido con todo este dolor y noches sin dormir?” Entonces ella me hizo comprender muchas cosas por las cuales yo podía estar agradecido, incluso por una maravillosa familia, un hogar, un empleo, etc. Yo había dado por sentado todo esto.

Pues bien, en menos de un año mi curación fue completa. Solicité ser miembro de una iglesia filial y de La Iglesia Madre, y fui aceptado. He sido miembro por más de cuarenta años, y estoy muy agradecido por las numerosas bendiciones que he recibido mediante el estudio y la práctica de las verdades de esta Ciencia.

A lo largo de los años he tenido la oportunidad de visitar muchas iglesias filiales, tanto en los Estados Unidos como en el extranjero. Nunca deja de maravillarme la fidelidad de los trabajadores en el movimiento de la Ciencia Cristiana en todo el mundo.

¡Cuán agradecidos debemos estar a Dios por la Ciencia Cristiana!


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 1987

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.