No hay derroche en la infinitud de la Mente.
(Desde el principio el Verbo fue el único.)
Cada idea tiene su propósito, ninguna es vista
Como rechazada, innecesaria, indefinida.
Este sueño de carencia y exceso
— Demasiado de esto, pero muy poco de aquello —
Esta fluctuante ambigüedad,
Que socava nuestra equilibrada felicidad,
Debe ser desenmascarada. En el mundo de Dios descubriremos
Que el debe y el haber se equilibran:
La plenitud serena de la Mente perfecta
No deja ni un solo decimal de duda.
La demanda implica oferta. Así, cada necesidad
Es respondida, sin concesiones a la codicia.
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