En octubre de 1888, la Sra. Eddy me invitó a que la visitara en su casa en la Avenida Commonwealth 385, [en Boston] donde conversamos durante más de una hora, y me dijo que yo debería empezar a llevar a cabo cultos públicos en la ciudad de Detroit y predicar los sermones.
Después de esta prolongada entrevista, cuando me levanté para retirarme, la Sra. Eddy tomándome la mano, dijo: “¿Vas a hacer lo que te pedí?” Respondí que iba a tratar. A lo cual la Sra. Eddy contestó con firmeza: “Eso no basta. ¿Lo vas a hacer?” Naturalmente, la única respuesta adecuada era “sí, lo haré”. Ella concluyó diciendo: “Entonces, no lo olvides”. Después de mi regreso a Detroit, durante algún tiempo prediqué sermones de acuerdo con las instrucciones de la Sra. Eddy. No obstante, muchos de los que se habían mostrado interesados y que estaban estudiando nuestro libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, no deseaban abandonar la iglesia a la que habían pertenecido, en algunos casos debido a sus familiares. Mas, en realidad, no percibían muy bien lo que significaba el separarse de entidades religiosas que impartían la creencia de que el hombre es material y que está gobernado por una ley material. No obstante, los que asimilaban la verdad más rápidamente no dudaban, sino que se mostraban deseosos de dejar a sus familias y concurrir a los cultos de la Ciencia Cristiana.
El 5 de octubre de 1892, concurrí a una reunión en Boston convocada con el objeto de promover el progreso de la organización de La Iglesia Madre bajo su actual forma de gobierno. Esta tuvo lugar en el Steinert Hall, en la calle Boylston 62, donde cincuenta y siete personas firmaron el registro de miembros, yo entre ellas. Al terminar la reunión, fui discretamente invitada a visitar a la Sra. Eddy al día siguiente en su residencia en Pleasant View, en la ciudad de Concord. Debo agregar que mi hermana, la Sra. Isabella M. Stewart, C.S.D., de Toronto, fue invitada a acompañarme en este viaje.
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