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Fui criado en la Ciencia Cristiana*, por tanto, tuve la oportunidad...

Del número de mayo de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Fui criado en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), por tanto, tuve la oportunidad de asistir a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, y durante mi niñez, confié totalmente en Dios para la curación. Sin embargo, no fue sino hasta mi adolescencia cuando comencé a estudiar diariamente la Lección Bíblica que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Debo decir que la decisión de estudiar toda la lección diariamente, ha traído a mi vida incontables bendiciones y curaciones; una de las cuales deseo compartir aquí.

Al estar viajando por el extranjero, en un país cuyo idioma yo no hablaba, me torcí un tobillo. Cuando esto ocurrió, estaba subiendo por unos cerros a varios kilómetros del hotel. Momentáneamente, sugestiones de miedo e incapacidad parecieron ocupar mi pensamiento; sin embargo, casi al instante, sentí una gran calma y comencé a afirmar la omnipresencia de Dios. Sabía que sólo hay una Mente, y que de ninguna manera podía yo estar separado de la fortaleza que deriva de la Mente única. Pronto sentí que podía regresar al hotel.

Cuando llegué, comencé a estudiar la Lección Bíblica de esa semana. El tema de la lección era “Alma”. Un poco antes había terminado de leer el ejemplar de agosto de 1984 del The Christian Science Journal. Este número incluía muchos artículos inspirados sobre nuestro pastor dual, la Biblia y el libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Los artículos ponían énfasis sobre cómo nuestro pastor está siempre dispuesto a ayudarnos, sea cual fuere la dificultad.

Al comenzar a estudiar la primera sección de la lección, una sucesión de poderosas verdades sanadoras me venían al pensamiento. Comprendí que el hombre de Dios es espiritual, no material, por consiguiente, en mi verdadera naturaleza yo era espiritual, completo y perfecto.

Las citas de Ciencia y Salud incluían esta declaración de la página 335: “Siendo el Alma y el Espíritu uno, Dios y el Alma son uno, y ese uno jamás está encerrado en una mente limitada o un cuerpo limitado”. Nuevamente comprendí que mi ser verdadero no podía estar sujeto a ninguna clase de lesión, sino que por siempre era perfecto y completo. El siguiente versículo de la Biblia, en la primera sección de la lección, fue para mí especialmente apropiado y consolador (Job 23:11): “Mis pies han seguido sus pisadas; guardé su camino, y no me aparté”.

Al estudiar las secciones siguientes de la lección, pude comprender mejor los sentidos del Espíritu, y sentir una mayor seguridad de que ni accidente ni miedo podían separarme del amor de Dios. Ciencia y Salud declara (págs. 214–215): “Los sentidos del Espíritu están sin dolor y siempre en paz. Nada puede ocultarles la armonía de todas las cosas y el poder y la permanencia de la Verdad”. Recuerdo que oré profundamente para ser humilde y obediente, escuchar la palabra de Dios y atestiguar sobre Su poder sanador.

Nuevas ideas acerca de receptividad del mensaje sanador me llevaron a meditar sobre algunas referencias en Ciencia y Salud sobre “niños” y “confianza como la de un niño”. Sentir una confianza como la de un niño es natural para cada uno de nosotros. Al terminar la lección, sentí una fortaleza vibrante y paz, cualidades que decidí demostrar más plenamente en mi vida diaria.

Uno de los pasajes finales de la lección, incluía esta frase (Ciencia y Salud, pág. 248): “Dejemos que el altruísmo, la bondad, la misericordia, la justicia, la salud, la santidad, el amor — el reino de los cielos — reinen en nosotros, y el pecado, la enfermedad y la muerte disminuirán hasta que finalmente desaparezcan”. Estas palabras me quedaron grabadas todo el día.

Al día siguiente, pasé la mañana en actividades normales, pero más tarde, cuando llegó la hora en que corría diariamente, una sensación de temor se hizo evidente. Me pregunté si realmente la curación había sido completa. Entonces, nuevamente reconocí que el poder de Dios había sido establecido y que yo no podía tener temor. Supe que Dios es omnipotente y que su amor me rodeaba. Al salir a correr, me sentí totalmente confiado. Todo resultó bien porque yo había sanado por completo.

Es un placer muy grande el saber que diariamente el pan nuestro de cada día ha sido provisto. Estoy profundamente agradecido por nuestro pastor dual, la Biblia y Ciencia y Salud. Por medio del estudio de estos libros, podemos demostrar la fortaleza necesaria para encarar y dominar cada desafío con esperanza y amor.


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