Son las 5 de la mañana. Suena el despertador. Salto de la cama y me preparo para mi ejercicio matutino. Para empezar, tomo mi Biblia, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy, y el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. En seguida busco el lugar más tranquilo de la casa y comienzo mi diario ejercicio espiritual.
El aire fresco de los mensajes inspirados por Dios vigoriza mi consciencia. Guiada paso a mediante el estudio de la Lección Bíblica semanal, exploro con firmeza la realidad espiritual del ser, que desenmascara la imposibilidad de vida o inteligencia en la materia. Siento el entusiasmo, la seguridad, la convicción y el gozo dentro de mí; la certeza de que Dios es la Vida y la Mente del hombre. He edificado la base de mi día, y ésta continúa fortaleciéndome durante el atareado día que me espera.
Este ejercicio espiritual matutino no es de ninguna manera una moda nueva. Cristo Jesús lo practicaba; la Biblia describe sus pasos en un día determinado: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. Marcos 1:35. Luego, procedía a ocupar su día con una maravillosa obra de curación y una enseñanza inspirada.
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