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Me levanto temprano para hacer mi ejercicio matutino

Del número de mayo de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Son las 5 de la mañana. Suena el despertador. Salto de la cama y me preparo para mi ejercicio matutino. Para empezar, tomo mi Biblia, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy, y el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. En seguida busco el lugar más tranquilo de la casa y comienzo mi diario ejercicio espiritual.

El aire fresco de los mensajes inspirados por Dios vigoriza mi consciencia. Guiada paso a mediante el estudio de la Lección Bíblica semanal, exploro con firmeza la realidad espiritual del ser, que desenmascara la imposibilidad de vida o inteligencia en la materia. Siento el entusiasmo, la seguridad, la convicción y el gozo dentro de mí; la certeza de que Dios es la Vida y la Mente del hombre. He edificado la base de mi día, y ésta continúa fortaleciéndome durante el atareado día que me espera.

Este ejercicio espiritual matutino no es de ninguna manera una moda nueva. Cristo Jesús lo practicaba; la Biblia describe sus pasos en un día determinado: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. Marcos 1:35. Luego, procedía a ocupar su día con una maravillosa obra de curación y una enseñanza inspirada.

¿Era necesario que Jesús se levantara “siendo aún muy oscuro”? ¿Qué hacía a solas, tan temprano en la mañana? Quizás la Sra. Eddy responda a esto en Ciencia y Salud cuando describe la oración de Jesús en la última cena: “Jesús oró; se retiró de los sentidos materiales para refrescar su corazón con vistas más luminosas, con vistas espirituales”. Ciencia y Salud, pág. 32.

El ejemplo de Jesús nos muestra cómo armonizar nuestros días. Cuanto más extenso sea nuestro programa de actividades, más necesario será que busquemos un período tranquilo para orar cada mañana. Cuando edificamos nuestros días sobre la base firme de la comprensión espiritual, nuestros deberes se llevan a cabo con menos esfuerzo, porque estamos participando de un diario bautismo. Estamos abandonando la creencia en una mente material con sus opiniones ciegas, temores y obstinaciones, y somos purificados por Cristo, la Verdad. La Sra. Eddy explica los efectos de tal purificación del pecado de esta manera: “Al purificar el pensamiento humano, este estado de ánimo penetra con acrecentada armonía todas las minucias de los asuntos humanos. Trae consigo previsión, sabiduría y poder maravillosos; le quita el egoísmo al propósito mortal, da firmeza a la resolución y éxito al esfuerzo”. Escritos Misceláneos, pág. 204.

Aun antes que abramos los ojos, la mente mortal nos presiona para que aceptemos su concepto material de la vida. Luego, cuando leemos el periódico por la mañana, los titulares anuncian problemas casi insuperables; leemos sobre secuestros, crímenes, enfermedades, hambre y escasez. Y las presiones de nuestras propias vidas a menudo amenazan con abrumarnos. Si no nos resistimos, antes de que nos demos cuenta nos encontramos atrapados en lo que aparente ser las redes sin fin del pensamiento basado en la materia. La eficacia con que hacemos frente a estas sugestiones sutiles y vociferantes de la mente carnal está apoyada por el trabajo de oración preparatorio que hacemos cada día.

A tempranas horas de la mañana, sin perturbaciones ni presiones de la familia o del mundo, acudimos a Dios. Escuchamos los mensajes angelicales que necesitamos oír en medio del barullo de nuestros ajetreados días. Angeles, como los define Ciencia y Salud, son “pensamientos de Dios que vienen al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; la inspiración de la bondad, de la pureza y de la inmortalidad, que contrarresta todo mal, toda sensualidad y toda mortalidad”. Ciencia y Salud, pág. 581. Estos ángeles iluminan nuestra consciencia. Nos liberan de la insidiosa sugestión de que hay mente en la materia y nos ayudan a percibir y a comprender que Dios es la fuente de todo el bien. Todo lo que proviene de El es armonioso, lleno de gozo, paz, salud y abundancia. El es incapaz de impartir algo menos que esto. El no es el autor de lo inarmónico ni de discordancias, y, por lo tanto, no tenemos que sucumbir ante las aparentes realidades que éstos presentan. Los engaños de éstos son destruidos por los mensajes angelicales que nos llegan de Dios.

Puede que un corredor novato comience lentamente, pero su resistencia y vigor se van desarrollando. De igual manera ocurre con nuestro ejercicio espiritual; nuestra comprensión y demostración se desarrollan diariamente. Avanzamos cada vez más en la comprensión de las posibilidades infinitas del hombre creado por Dios. Las limitaciones van desapareciendo en la medida en que demostramos gozo, salud, abundancia y fortaleza. Esta transformación espiritual es lo que reemplaza a la pesadez y la escasez. Ciencia y Salud señala: “La mente humana, imbuida de esa comprensión espiritual, se vuelve más elástica, es capaz de mayor resistencia, se libera en cierto grado de sí misma y necesita de menos reposo”. Ibid., pág. 128.

En esas mañanas en que siento la tentación de dormir más, con frecuencia recuerdo la historia de los hijos de Israel y el maná que fue provisto para ellos cada mañana (ver Ex., cap. 16). En aquel entonces era el único sustento de los hijos de Israel. Todas las mañanas, tenían que recoger su porción diaria antes de que calentara el sol. Si esperaban para recogerlo, veían que se había derretido, y si trataban de guardar parte para el día siguiente, en contra del mandamiento del Señor, se echaba a perder. Aquellos que fueron negligentes en su responsabilidad de obtener su provisión diaria de alimentos — tan generosamente provista por Dios — luego deben de haberse lamentado seriamente por haber tomado tal decisión.

No debe sorprendernos que la mente mortal trate de impedirnos que acudamos a Dios. Esta quisiera impedirnos que recogiéramos nuestro alimento espiritual, aun cuando supiéramos que ello significaría quedarnos sin sus bendiciones. La sugestión falsa de una mente opuesta a Dios, lucha por obtener nuestra atención y quisiera encadenarnos bajo su control. La clave para su destrucción está en la totalidad de la Verdad, y demostramos esa totalidad por medio de nuestra abnegación total a Dios. No podemos permitirnos ceder a la pereza mental. Sólo la Mente impele al hombre, y el Principio lo gobierna; por lo tanto, podemos responder al llamado del Amor sin vacilaciones ni excusas.

Mientras más amemos a Dios, con mayor prontitud estaremos en nuestro puesto en la mañana. Para muchos, ésa es la parte más apreciada del día. Trae tanto gozo, tanta fuerza y tanto amor, que uno desea tener más. El día entero que nos espera por delante está lleno de promesas y oportunidades que nos dan inspiración continua. Encontramos soluciones que sanan y restauran nuestras vidas e iluminan el mundo que nos rodea.

El Salmista nos da este maravilloso consuelo: “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación”. Salmo 68:19. ¿Quién querría dejar pasar esta manifestación desbordante del amor infinito de Dios que nos eleva por encima del dolor hacia la presencia de la salud y la paz?

Dios está allí cada mañana. ¿Lo está usted?

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