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El papel que desempeña la organización universitaria de la Ciencia Cristiana

Del número de mayo de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando, llena de esperanzas, ideales y optimismo, ingresé a la escuela de graduados, de pronto me encontré enfrentando desafíos muchos mayores de los que antes había tenido. Para comenzar, estaba a cuatro mil ochocientos kilómetros de mi casa. Las clases de graduados eran más difíciles que las anteriores y la competencia era mucho más dura. Y si bien tenía una beca de estudios completa, debía trabajar parte del tiempo para pagar mi alquiler y mis gastos personales. Comencé a dudar si realmente había seguido la sabiduría otorgada por Dios al emprender esta tarea.

Felizmente, había una organización de la Ciencia Cristiana en la universidad. Estoy segura de que debo mi éxito final en la escuela de graduados a mi afiliación a la organización. La organización universitaria es verdaderamente un brazo de La Iglesia Madre allí mismo, en la universidad. Y, ¡qué brazo tán sustentador es!

Durante nuestras reuniones semanales, las inspiradas selecciones de la Biblia y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, a menudo derramaban una luz sanadora sobre los temas especialmente apropiados para los estudiantes universitarios. Varias de esas reuniones quedaron grabadas en mi memoria. En una de ellas, se trató el tema del tiempo y la presión. Las selecciones pusieron de relieve que el tiempo es básicamente un concepto mental, y que cuando espiritualizamos nuestro sentido de lo que constituye esa actividad importante, nuestros días nos traen crecimiento y progreso espirituales. Los miembros compartieron sus experiencias durante la parte destinada a los testimonios, explicando cómo habían obtenido un control más cabal de su tiempo al ver más claramente que Dios otorga al hombre aptitudes infinitas de realización y satisfacción. A medida que aplicaba estas verdades espirituales a mi experiencia, el enfoque que tenía para con el trabajo académico y las monografías se hicieron más ordenados, me puse al día con unas clases que no había terminado y me mantuve actualizada con las tareas de estudio.

Otro de los temas que con frecuencia se trataba en nuestras reuniones era el de la inteligencia. Como en la mayoría de las universidades, los conceptos que definen la inteligencia como humana y material, dominaban el pensamiento del ambiente universitario. Se suponía que los resultados de las pruebas de aptitud y el llamado coeficiente intelectual establecían la medida de nuestra inteligencia. Siempre me había considerado “muy inteligente”, pero encontré que la competencia y las exigencias de la escuela de graduados eran tantas que el orgullo en una inteligencia centrada en el cerebro resultó ser totalmente inadecuado. De manera que realmente embebí las lecturas sobre la Mente divina y la inteligencia, y comencé a practicar lo que estaba aprendiendo. La comprensión de que la inteligencia divina es omnipotente, omnipresente y omnisciente me fue de mucha utilidad cuando estaba estudiando para los exámenes y cuando los rendía. Nunca me olvidaré de la manera en que uno de los compañeros miembros dijo, durante el período de testimonios, cómo puso en práctica la cita bíblica: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Prov. 3:5, 6.

El discernimiento espiritual, cultivado por medio de la oración, puede traer la dirección infalible de la Mente divina a los períodos de estudio, y reemplazar las conjeturas y la confusión con la precisión y la organización. La inteligencia divina provee iluminación espiritual y reemplaza la oscuridad y la duda con la percepción, comprensión y perspicacia. Como se podrán imaginar, oré y trabajé con estas verdades y comenzó a irme mejor en los exámenes.

La organización universitaria también desempeña un papel de gran importancia en el fortalecimiento de nuestra convicción respecto a la moral sexual. El estudiante tal vez sea tentado o esté confundido por el criterio laxo de la sociedad respecto a la moralidad sexual. Puede que piense: “Si todo el mundo lo hace, ¿por qué yo no he de hacerlo?”

Durante mi primer semestre en la escuela de graduados, la joven con quien vivía en el apartamento, que era soltera, tenía relaciones sexuales con su novio. Cuando se lo conté al consejero de nuestra organización, me dijo: “El lugar de una rosa no está en un plantío de cebollas”. Para mí, esto significaba que necesitaba preservar la norma de moral cristiana, y que tenía que alejarme de un ambiente moralmente malsano, y así lo hice.

Mediante esta clase de apoyo moral, la organización puede ayudar a los estudiantes a comprender las razones espirituales para preservar la pureza sexual; para permanecer fieles a la Verdad y al Amor; y para mantener la castidad como una norma prematrimonial.

Como parte de la comprensión y demostración del control que el Espíritu tiene sobre el cuerpo, según Jesús lo demostró, el estudiante puede mantenerse libre del uso del alcohol y de las drogas, y estar también libre de la tentación sexual. Fue interesante observar que dos estudiantes no graduadas, que eran miembros de la organización, fueron finalistas en la elección de la reina de la universidad, y una de ellas ganó la competencia. Evidentemente, su adhesión a la norma moral de la Ciencia Cristiana no disminuyó su popularidad en la universidad ni su expresión de las hermosas cualidades del Alma.

Y, ¿qué sucede si estamos lejos de nuestro hogar y sentimos la necesidad de afecto y amistades? La organización universitaria ayuda a unir a quienes tienen normas espirituales similares y los alienta a fortalecerse unos a otros. Proporciona un sentido de familia y de apoyo mutuo. El estudio diario de la Lección Bíblica, indicada en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, me ayudó a encontrar citas específicas en la Biblia y en Ciencia y Salud que me dieron un sentido más elevado de satisfacción y compleción, reemplazando la soledad. Asimismo, cultivé amistades maravillosas y duraderas con otros miembros de nuestro grupo.

Quien haya experimentado la protección y el apoyo de ser miembro de una organización universitaria, siente una profunda gratitud hacia la Sra. Eddy por haber establecido esta actividad en el Manual de La Iglesia Madre. Según lo ilustra mi experiencia, las organizaciones hacen mucho para fortalecer al Científico Cristiano y lo ayudan a enfrentar los desafíos específicos que se presentan en el ambiente universitario. Pero eso no es lo único que las organizaciones hacen. Aunque el brindarle apoyo al estudiante es el propósito primordial de las organizaciones, si se limitaran a esto, desempeñarían un papel bastante restringido. Cuando pensamos en la definición de Iglesia, que da Ciencia y Salud, vemos que la organización universitaria, al representar a la iglesia como, en verdad, lo hace en la universidad, desempeña un papel de vital importancia en la elevación y mejoramiento del pensamiento académico en la universidad. El libro de texto de la Ciencia Cristiana da esta definición de Iglesia: “La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él.

“La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y eleva a la raza humana, despierta al entendimiento dormido de las creencias materiales para que comprenda las ideas espirituales y demuestre la Ciencia divina, y así echa fuera a los demonios, o al error, y sana a los enfermos”. Ciencia y Salud, pág. 583.

La universidad es un mercado de ideas. ¿De qué manera puede el estudiante alerta saber cómo distinguir entre lo que es perjudicial y lo que promueve su progreso intelectual y espiritual?

A menudo, como parte del programa de las artes liberales, es requisito cursar ciencias naturales, filosofía y psicología, y la mayoría de estos cursos presentan un concepto enteramente material y biológico acerca del hombre y de la vida. La inspiración y el apoyo espiritual mutuo que se sienten en las reuniones de la organización universitaria, combinados con el estudio sistemático de las Lecciones Bíblicas de la Ciencia Cristiana, proporcionan una norma por la que el Científico Cristiano puede separar lo falso de lo verdadero, la fábula de los hechos, la paja del trigo. La Sra. Eddy escribe: “Estudios académicos apropiados son esenciales. La observación, la inventiva, el estudio y el pensamiento original son expansivos y debieran promover el desarrollo de la mente mortal para que salga de sí misma, de todo lo que es mortal”. Pero, ella continúa diciendo: “Es la maraña de barbarismos en la instrucción lo que deploramos — el mero dogma, la teoría especulativa, la ficción nauseabunda”. Ibid., pág. 195.

Aquí es donde la visión de la Sra. Eddy, cuando estableció las conferencias de la Ciencia Cristiana en las universidades, cumple una misión maravillosa. El Manual afirma: “Cuando fuere invitado, un miembro del Cuerpo de Conferenciantes puede dar una conferencia para tal organización universitaria”. Man., Art. XXIII, Sec. 8. Esta disposición da a la organización universitaria una oportunidad para presentar en la universidad (si los reglamentos de la universidad lo permiten) una conferencia que pueda dar una respuesta al materialismo científico y al ateísmo, tan prevalentes en la comunidad académica.

Una conferencia en la universidad eleva el nivel del pensamiento en tales temas como las ciencias naturales, la naturaleza espiritual del hombre y del universo, y el enfoque científico que Cristo Jesús tenía con respecto a la curación. De esta manera, la disposición del Manual con respecto a las conferencias en las universidades contribuye a que se cumpla esta declaración que hace nuestra Guía en el libro de texto, refiriéndose a la Ciencia Cristiana: “Dadle el lugar que ahora ocupan la teología escolástica y la fisiología en nuestras instituciones de enseñanza, y la Ciencia Cristiana extirpará la enfermedad y el pecado en menos tiempo del que los viejos sistemas ideados para dominarlos han necesitado para establecerse y propagarse ellos mismos”. Ciencia y Salud, págs. 141–142.

El hecho de que los profesores, instructores y graduados también tengan el privilegio de ser miembros de la organización permite a aquellos que están en diferentes niveles de las disciplinas académicas a desempeñar un papel en promover el leudamiento cristiano del pensamiento y espiritualizar el pensamiento académico. Y la organización naturalmente produce un despertar y fortalecimiento espirituales en los profesores y consejeros a medida que aumenta en ellos su dedicación y apoyo desinteresado en favor de la Ciencia Cristiana en la universidad. La disposición del Manual para que se den conferencias en las universidades, y la participación de los profesores y graduados, proporcionan dos oportunidades importantes para que la organización abarque a toda la comunidad universitaria y comparta las ideas de la Ciencia Cristiana en el mercado de la universidad.

Las organizaciones universitarias de la Ciencia Cristiana desempeñan un papel muy singular al fortalecer al estudiante espiritual, intelectual y moralmente. Pero, igualmente importante, traen un brazo de la iglesia al ambiente universitario y nos dan la oportunidad de elevar nuestro pensamiento y traer la curación a la comunidad académica.

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