Esta es una época de franqueza. Según parece, sabemos todo acerca de todo el mundo, desde nuestros vecinos hasta las estrellas de cine. Pero entre todo este torbellino de información, y, frecuentemente, de información falsa, tal vez se pierda de vista lo más importante de todo: lo que el corazón siente con vehemencia sobre los asuntos más profundos de la vida.
Hemos pensado que a nuestros lectores les gustaría ver algunas de las respuestas a preguntas sobre esos asuntos, preguntas a las que Científicos Cristianos han respondido en diferentes circunstancias. Hemos obtenido algún material para esta columna de la correspondencia intercambiada con el Comité de Publicación, que funciona como la oficina de información de nuestra Iglesia. Otras, fueron respuestas dadas durante charlas (concertadas por el Comité de Publicación) a las que Científicos Cristianos fueron invitados a dirigir la palabra ante iglesias y grupos educativos vecinos. Algunas respuestas se han dado informalmente mediante correspondencia o a través de diálogos.
Estas preguntas y respuestas no se presentan con el propósito de que sean una declaración de la política de la Iglesia. Las respuestas no son siempre completas en sí mismas, ni son las únicas respuestas que podrían darse a una pregunta. Más bien, son como una ventana a través de la cual se pueden ver las convicciones que abrigan los Científicos Cristianos y la naturaleza de nuestra Iglesia.
De una charla en Africa del Sur
Pregunta: ¿Cómo entienden los Científicos Cristianos la forma en que sanaba Jesús?
Respuesta: En una oportunidad, Jesús dijo a una concurrencia escéptica: “... si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lucas 11:20). Cuando Cristo Jesús sanaba a alguien de una enfermedad o pecado, era porque él veía algo distinto de lo que veían los demás. El no estaba usando simplemente el poder de Dios para remendar las cosas a su alrededor. El estaba atestiguando de la totalidad del reino mismo de Dios. Y esto no era algo alejado de la experiencia humana. Mediante la vida de Jesús, la realidad del reino de Dios irrumpió en la experiencia humana con poder incomparable. Literalmente cambió su mundo. Y continúa cambiando el nuestro.
De una charla a una clase de estudiantes de derecho y medicina
Pregunta: ¿Qué hacen ustedes en casos de emergencias?
Respuesta: Es difícil decir por adelantado lo que cada persona haría en una emergencia. Pero puedo decirles que muchos, muchos Científicos Cristianos han probado que el amor de Dios y Su poder sanador son tan eficaces en emergencias como en circunstancias menos urgentes. Tal vez la mejor manera de responder a su pregunta sea compartiendo con ustedes el modo en que mi familia y yo respondimos en una emergencia.
Cuando estaba en quinto año de la escuela primaria, un amigo y yo fuimos a correr a caballo; éste era un caballo muy dócil. Lo próximo que supe fue que estaba rodeado de médicos. Estaba en la sala de emergencia de un hospital. Evidentemente, un tractor había asustado al caballo, y éste nos había tirado a mi amigo y a mí. Nos encontraron sin conocimiento. Mi mamá llegó justo cuando unas personas nos estaban poniendo en el auto, y ella nos siguió al hospital. Nos tomaron radiografías, y mis padres fueron informados que yo tenía una contusión cerebral. Pues bien, mis padres tenían que tomar una decisión respecto a la atención que yo necesitaba. Ellos no se habían criado como Científicos Cristianos. Habían sido miembros de una iglesia protestante y habían confiado en el tratamiento médico hasta que conocieron la Ciencia Cristiana. Con toda sinceridad les digo que el diagnóstico era alarmante.
Mis padres querían para mí la mejor atención posible. Decidieron que la tendría con el tratamiento por medio de la Ciencia Cristiana. Para mí, la elección era clara. La Ciencia Cristiana me había sanado muchas veces; yo tenía fe en ella, era en lo que confiaba.
Mis padres se apoyaron completamente en la Ciencia Cristiana para obtener la curación. Sané rápidamente. En una semana, nos fuimos de vacaciones, y pude disfrutar de la natación, las zambullidas y los juegos. Mis padres no fueron ni negligentes ni insensatos; tomaron su decisión sobre la base de la oración profunda y de las muchas pruebas prácticas que habían tenido en su experiencia de que la Ciencia Cristiana es ciertamente una manera eficaz de cuidarnos a nosotros mismos.
De una declaración publicada en una revista eclesiástica británica
Pregunta: ¿Cómo consideran el mal?
Respuesta: No lo ignoramos, sino que creemos de un modo muy profundo y práctico que el pecado, la enfermedad y otros males no son creados por Dios, y que sólo lo que El crea tiene la realidad de poder y vida. Por tanto, al hacer frente al mal en la vida diaria, podemos mantenernos sin temor en la roca del todo-poder y de la siempre presencia de un Dios que es el bien eterno y total. El mal no es meramente algo para ser “eliminado dando explicaciones” sobre esta base. Debe ser enfrentado conscientemente y vencido mediante una vida de discipulado cristiano en la que tanto la fe como las obras se consideren de vital importancia. Descubrimos que esta disciplina cristiana es rigurosa y espiritualmente vivificante.
De una charla a una clase para adultos luteranos
Pregunta: ¿Por qué a los practicistas de Ciencia Cristiana se les paga?
Respuesta: Valoramos su ayuda, especialmente su trabajo metafísico y la claridad moral y espiritual de sus pensamientos. Valoramos la eficacia de sus oraciones. Y queremos que ellos estén disponibles al público cuando se necesita su ayuda. Pero nuestra Iglesia no les paga. En realidad, nuestra Iglesia no tiene clérigos a sueldo. Es una organización de laicos. Como todo el mundo, los practicistas tienen que ganarse la vida y mantener a sus familias. El pago que reciben de quienes solicitan su ayuda espiritual, les hace posible dedicar sus vidas a este ministerio sanador.
De una entrevista radial
Pregunta: ¿Cree usted que Ciencia y Salud es una revelación divina?
[En una columna anterior, se incluyó una pregunta similar, pero consideramos que nuestros lectores apreciarían ver una respuesta que se desarrolló de una manera algo distinta.]
Respuesta: Bueno, la autora del libro, Mary Baker Eddy, indicó que cada lector de su libro tendría que juzgar por sí mismo. Esperaba que el libro fuera evaluado, no meramente por sus méritos literarios o declaraciones teológicas, sino por sus “frutos”. Con la palabra frutos, ella quiso decir, para expresarlo en forma sencilla, su efecto en la vida de la gente; su efecto en términos de curación y rededicación a Dios. A decir verdad, el último capítulo del libro se titula “Los frutos de la Ciencia Cristiana”, y no fue escrito por la Sra. Eddy. Es una colección de unas ochenta y cinco cartas de quienes fueron sanados con la lectura de Ciencia y Salud.
La Sra. Eddy pensaba que todo lo que es verdadero acerca de Dios no es algo que se le ocurrió a alguien, sino que es una manifestación de Dios revelándose a Sí mismo a la humanidad. Por eso, sí creo que Ciencia y Salud es una revelación divina. Pero un Científico Cristiano no espera que los pensadores simplemente tomen su palabra y acepten que lo que está escrito en Ciencia y Salud es verdadero o divinamente inspirado. Y la prueba no es cuestión de razonamiento intelectual o de creencia ciega, sino del efecto sanador que tiene la Ciencia Cristiana en la vida humana. La Sra. Eddy reconoció que las obras sanadoras de Jesús probaron la verdad de lo que él enseñó, y que lo que él enseñó provino de Dios.
Respondiendo Jesús, les dijo:
Id, y haced saber a Juan las cosas
que oís y veis.
Los ciegos ven,
los cojos andan, los leprosos son limpiados,
los sordos oyen, los muertos son resucitados,
y a los pobres es anunciado el evangelio;
y bienaventurado es el que
no halle tropiezo en mí.
Mateo 11:4–6
    