Desde mi niñez me gustaron los libros y lo que de ellos aprendía. A temprana edad comencé a amar la página impresa. Así, los libros fueron mis buenos amigos. A través de ellos aprendí el idioma inglés por mi cuenta. La habilidad de leer libros en inglés me ayudó a ampliar el círculo de mis amistades, hasta que un día un buen amigo puso en mis manos Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Ese fue un momento decisivo en mi vida. Mi búsqueda de libros mejores terminó allí. Desde ese momento, Ciencia y Salud y la Biblia han sido mis mejores amigos, y nunca me han fallado.
Cuando comencé a leer Ciencia y Salud, me conmovió lo que me enseñó acerca de mi verdadero ser espiritual y de mi inseparable relación con Dios. Aprendí que el hombre, mi naturaleza verdadera, es la idea de Dios, buena, pura, afectuosa y completa. No podía leer una sola página de ese libro sin que rodaran por mis mejillas lágrimas de alegría. Tal era la inmensidad de mi gratitud por lo que Ciencia y Salud me ofrecía.
Puedo decir sinceramente que me descubrí a mí mismo durante esas semanas en que leí el libro de principio a fin por primera vez. Mi intensa búsqueda de Dios (que se había extendido por más de quince años) comenzó a encontrar respuesta en la lectura de ese libro. Fue, por cierto, una maravillosa recompensa por la tarea de aprender otro idioma por el solo gusto de hacerlo.
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