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No hay injusticia ni pequeña ni grande que no se pueda sanar

Del número de febrero de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Dos personas que estaban atrás de mí en la fila de la oficina de correos, hablaban sobre las condiciones en que se encontraba el mundo. Una de ellas dijo: “Tengo que admitir que para mí lo más difícil es encarar las injusticias de toda clase. Me entristecen sobremanera”. Es cierto que gran número de personas se sienten igual. Hasta los niños pequeños sufren por lo que sienten que es injusto. Un niñito lo expresó a su manera diciendo: “Mamá, está bien cuando te enojas conmigo por algo que realmente hice. Pero cuando es culpa de Jimmy (su hermanito, un año menor) y me culpas a mí, yo me siento más enojado que tú”.

Ya sea que el problema que estamos enfrentando se trate de pequeñas injusticias que ocurren entre familiares a pesar de nuestras mejores intenciones, o de acciones equivocadas en mayor escala que causan preocupación pública, es preciso que trabajemos para prevenir y sanar la injusticia. Para un Científico Cristiano, el punto de partida más eficaz —de hecho, el punto de partida— es la oración basada en una comprensión de la naturaleza de Dios y Su voluntad que lo gobierna todo.

Dios es la Verdad suprema, el Amor divino. Su creación es espiritual y perfecta, no física ni discordante. En todo Su reino, es evidente Su cuidado imparcial por Su hombre creado a Su semejanza. Además, el reino espiritual de Dios está aquí, no en alguna parte lejana en el espacio y en el tiempo. Puede describirse como la suma total de la expresión del Amor infinito. A medida que aprendemos a reconocer la creación divina y comprendemos que el ser verdadero de cada uno está incluido en esta gran realidad espiritual creada por Dios, podemos probar la falta de poder e irrealidad de la injusticia. Al calificarla de “irreal”, nos referimos a su falta de autenticidad espiritual. La injusticia no está respaldada por la voluntad o la ley de Dios. Por tanto, no es parte de la verdadera identidad de nadie, la cual refleja las características del Principio y del Amor.

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