Es casi imposible hoy en día ver televisión, escuchar el radio o leer un periódico o revista sin que la atención se enfoque en el tema de la salud. Aunque todos deseamos tener buena salud, mucho de lo que vemos y escuchamos nos deja ansiosos, confusos y dudosos. Se nos alerta sobre los síntomas y la preponderancia de diferentes enfermedades, del peligro de comer o no comer ciertos alimentos, de hacer mucho o poco ejercicio.
Un enfoque mucho más efectivo fue ejemplificado en la vida de Cristo Jesús, quien, como las Escrituras nos lo dicen, sanaba “toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”. Mateo 4:23. A menudo, el Maestro alentaba a aquellos que ayudaba o que sanaba a no sentir temor, como lo hizo al resucitar a la hija del principal de la sinagoga. Ver Lucas 8:49–56. Ilustrando el hecho de que Dios es Amor, Jesús aseguró a sus seguidores que Dios está siempre listo y dispuesto a restaurar la armonía, y les dijo: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”. Lucas 12:32.
La comprensión de lo que es el Amor divino, fue el punto central de las obras sanadoras de Jesús. Dios, el Amor divino, “echa fuera el temor”, 1 Juan 4:18. para usar las palabras bíblicas. La Sra. Eddy, en su búsqueda por comprender cómo Jesús efectuaba las curaciones, fue guiada a ver por qué es tan importante echar fuera el temor. En su libro Ciencia y Salud, ella escribe: “La causa promotora y base de toda enfermedad es el temor, la ignorancia o el pecado. La enfermedad siempre es producida por un concepto falso que se abriga mentalmente y no se ha destruido. La enfermedad es una imagen de pensamiento exteriorizada. El estado mental es llamado estado material. Todo lo que se abrigue en la mente mortal como condición física se manifiesta en el cuerpo”.Ciencia y Salud, pág. 411.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!