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Nuestro papel en el mundo de los negocios: amar como Jesús amó

Del número de febrero de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En cierta ocasión, me vi frente a un grave problema con un cliente debido al funcionamiento defectuoso de una compleja pieza de equipo electrónico que mi compañía manufacturaba. Cuando comencé a intervenir en el asunto, los temperamentos ya estaban alterados y prevalecía el resentimiento. Me vi frente a una gran hostilidad, y sólo disponíamos de un corto plazo para resolver el problema técnico.

Por medio del estudio de la Ciencia Cristiana, he aprendido que cualquier forma de hostilidad es ajena y contraria a la creación de Dios. Es una imposición, una negación del concepto correcto del hombre. Alrededor de cuatro horas después de que voluntariamente rechacé la hostilidad como falsa y comprendí la eterna y armoniosa perfección de Dios y el hombre, se halló una solución al problema técnico. Del logro exitoso obtenido ese día, resultaron varias estrechas relaciones personales que beneficiaron a todos los interesados.

Mi papel primordial ese día no era el que parecía ser ante los frustrados sentidos humanos: el de resolver un problema técnico. Era el de sanar la hostilidad por medio del amor al prójimo. Al cumplir el requisito de reconocer y practicar el amor cristiano, la necesidad humana inmediata fue satisfecha, y sus resultados continúan siendo una fuente de inspiración y satisfacción.

El encontrar y mantener un papel exitoso y satisfactorio en nuestros negocios parece, algunas veces, eludir nuestros mejores planes y nuestros más queridos deseos. Los logros que satisfacen a menudo parecen estar más allá de nuestro alcance, inexistentes, o, tal vez, parezca que se nos han escurrido de las manos. Nuestros mejores esfuerzos puede que produzcan resultados incompletos que sugieran que el éxito y la satisfacción son imposibles, y hasta es posible que nos demos por vencidos.

¡Pero no tenemos que aceptar este modelo!

El éxito y la satisfacción genuinos están asegurados cuando la práctica constante del cristianismo se convierte en la base de nuestras metas y objetivos en los negocios. El requisito de que apliquemos de una forma práctica el amor altruista que Cristo Jesús nos demostró de una manera tan clara y simple, es esencial para que el cristianismo pueda tener influencia en el mundo de los negocios. La obediencia a su consejo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, Mateo 19:19; ver Lev. 19:18. debe ser parte activa y normal en nuestras relaciones de negocios.

La Biblia explica que el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios, y la Ciencia Cristiana revela que este hombre es completamente espiritual, la imagen del Espíritu, no de la materia. A medida que este sentido espiritual del hombre tiene prioridad, en nuestro pensamiento, sobre la opinión material e imperfecta —de que el hombre es un pecador mortal, plagado de tentaciones, problemas y privaciones— empezamos a comprender que hombres y mujeres son, por un hecho divino, la creación perfecta de Dios, los hijos de Dios. Esta comprensión tiene el poder espiritual para anular la irritabilidad y las limitaciones que se muestran al identificar incorrectamente al hombre como pecador mortal. Ampliamos nuestra práctica del amor cristiano cuando identificamos a nuestros socios en los negocios desde esta perspectiva correcta y cristianamente científica.

La Sra. Eddy declara en Ciencia y Salud: “Cuando los preceptos divinos son comprendidos, desarrollan la base de la fraternidad, en la cual una mente no está en guerra con otra, sino que todos tienen un solo Espíritu, Dios, un mismo origen inteligente, de acuerdo con el mandato bíblico: ‘Tened dentro de vosotros esa Mente que estaba también en Cristo Jesús’ ”.Ciencia y Salud, pág. 276.

A medida que aprendemos a amar como Jesús amó, de esta forma espiritualmente científica, encontramos que las soluciones son inmediatas y que no se hallan en un futuro distante, indefinido e indefinible. Podemos definir los problemas rápida y correctamente, y llegar a soluciones correctas.

La Ciencia Cristiana nos enseña que la aplicación diaria del cristianismo es tan posible y práctica hoy como lo era cuando Jesús estaba presente. Podemos aprender a amar como el Maestro amó y desafiar exitosamente, con la totalidad de Dios y la verdad sobre el origen espiritual del hombre, todo lo que se oponga a ese amor. Este es nuestro papel en los negocios, y su práctica nos trae éxito y satisfacción genuinos.


Dichosos los que guardan juicio,
los que hacen justicia en todo tiempo.

Salmo 106:3

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