Mas conocido, quizás, como autor de la letra del himno que dice: “Dame, Señor, un sabio corazón, para que pueda conocerme en Ti ...” Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 69., James J. Rome vivió de acuerdo con el espíritu de su propias palabras. Su búsqueda de la comprensión espiritual, lo llevó a abandonar una carrera como consagrado ministro bautista, para ser un practicista y maestro de Ciencia Cristiana.
“Dejando lo Viejo para entrar en lo Nuevo” es como el Reverendo Sr. Rome describió la manera en que llegó a la comprensión y práctica de la Ciencia Cristiana. Ver Journal, Tomo 9, Septiembre 1891, págs. 231–234. Parte de “lo viejo” que él abandonó fue la mala salud que generalmente tenía. Su primera experiencia en la Ciencia en 1888, le trajo un alivio sanador, así como la liberación de la resistencia que al comienzo sentía hacia las enseñanzas de Ciencia Cristiana debido a sus teorías ortodoxas. Después de tratar durante tres años de dejar a la Ciencia Cristiana en paz (“si la Ciencia Cristiana me deja a mi en paz”, escribió él), finalmente admitió sin reservas el hecho de que era guiado hacia la verdad por medio de la Ciencia Cristiana. Jamás se retractó de tal aceptación.
A la luz de su decisión final, es revelador el comentario de alguien que lo conoció cuando era estudiante de teología: “El Sr. Rome no era un orador brillante, pero, cuando expresaba una opinión, la gente sabía que había considerado detenidamente el tema, y su opinión era apreciada”. Citado en las reminiscencias de Joan Hudgens Rome, Archivos y Biblioteca de La Iglesia Madre.
El Sr. Rome sirvió a la Causa de la Ciencia Cristiana de varias maneras. Una de las primeras, entre sus numerosas colaboraciones para las publicaciones periódicas, obtuvo el elogio de la Sra. Eddy. Ver Escritos Misceláneos por la Sra. Eddy, 313:14–17. Después de recibir instrucción en la clase Normal de 1901, fue elegido Miembro Ejecutivo de La Iglesia Madre en 1903. De 1904 a 1906, tuvo a su cargo llevar las pruebas de la revisión que la Sra. Eddy estaba haciendo del Manual de La Iglesia Madre, entre Boston y Concord, New Hampshire.
A pedido de La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, James Rome mantuvo física y metafísicamente la vigilancia durante parte de cada noche en los últimos meses críticos de la construcción de la Extensión de La Iglesia Madre. Las dudas que tenía al comienzo, respecto a la posibilidad de terminar la construcción en la fecha designada, fueron vencidas cuando aceptó la responsabilidad individual de orar acerca de esa situación. Más tarde, escribió a la Sra. Eddy diciendo: “Percibí de inmediato que alguien tenía que despertar”. Como resultado de ello, fue testigo “del poder de la Mente divina para remover las obstrucciones humanas”. Citado en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 61.
Siendo uno de los bibliotecarios de las Salas de Lectura de La Iglesia Madre por espacio de doce años, tuvo participación importante en establecer la primera Biblioteca Circulante de literatura de la Ciencia Cristiana en Boston. Las palabras del Sr. Rome tienen el auténtico tono de la experiencia personal: “El deseo de progresar nos impulsa a reconocer los reclamos universales de la Verdad que deben ser respondidos, y la pregunta no es si debo ser un Científico Cristiano, sino más bien, si puedo darme el lujo de ser otra cosa que un Científico Cristiano”.Christian Science Sentinel, Tomo 19, 14 de abril de 1917, pág. 643.
