Dios nos envía a todos
a Nínive
a profetizar,
pero, al igual que Jonás,
le volvemos la espalda
y tratamos de escapar.
¿Puedes tú escapar
del bondadoso mandato de Dios?
¿Buscas el vientre
de alguna ballena?
Regresa, peregrino,
y bendice la Nínive
hacia la que te diriges.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!