Un día, nuestro hijo resbaló mientras hacía gimnasia en la escuela. Debido a que se lastimó un brazo, fue llevado inmediatamente a un hospital. Cuando nos avisaron del hospital, ya le habían enyesado el brazo. El médico que lo atendió me enseñó las radiografías que mostraban la fractura. También me dijo que había que operarlo y que lo llevara al día siguiente para hacer los preparativos necesarios.
Todo este plan se desarrolló sin nuestro consentimiento. Lo primero que el niño había pedido era que avisaran a sus padres, cosa que hicieron después que ya lo habían enyesado.
Como estudiantes de Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), nuestra primera medida fue recurrir a Dios en oración. Luego, hablamos con una practicista de la Ciencia Cristiana, quien oró con nosotros. Ella nos alentó a que permaneciéramos tranquilos y que pusiéramos en práctica nuestra comprensión de la Ciencia Cristiana. Percibimos que la unidad que existe entre Dios y Su idea, el hombre, permanece constante. Nada puede dañar la perfección del hombre creado por El.
Mi esposa, mi hijo y yo oramos y estudiamos mucho la Ciencia Cristiana, afirmando en todo momento la imposibilidad de accidentes en la Mente divina. Pensamos que la situación exigía prudencia y firmeza; oración, estudio, y confianza en el bien divino.
Llegó el momento en que debíamos decidirnos entre internar a nuestro hijo en el hospital para ser operado, o apoyarnos solamente en la Ciencia Cristiana para la curación. Después que la familia deliberó y oró mucho, decidimos apoyarnos en la Ciencia Cristiana. Fuimos a ver a los médicos y, después de agradecerles su atención, les manifestamos nuestra decisión. Nuevamente dijeron que el brazo no debería dejarse sin operar, pero agregaron que si ésa era nuestra decisión, tenían que respetarla.
Volvimos a casa con nuestro hijo, y, ese mismo día, fue a la escuela. Por supuesto, la practicista estaba al tanto de nuestras decisiones. Demás está decir que este niño no tomó ninguna medicina, y el yeso que le pusieron en el brazo lo llevó solamente dos días. La curación de nuestro hijo fue rápida y permanente. Mi esposa y yo recordamos esta curación con gozo y alegría. Me siento muy agradecido por la Ciencia Cristiana.
Buenos Aires, Argentina
Soy el hijo mencionada en este testimonio. Estoy muy contento por esta demostración tan linda que me liberó de tanto temor. Agradezco a Dios por la practicista que me alentó mucho en esos momentos, y por mis maestros de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Estoy muy agradecido.
