Un día, nuestro hijo resbaló mientras hacía gimnasia en la escuela. Debido a que se lastimó un brazo, fue llevado inmediatamente a un hospital. Cuando nos avisaron del hospital, ya le habían enyesado el brazo. El médico que lo atendió me enseñó las radiografías que mostraban la fractura. También me dijo que había que operarlo y que lo llevara al día siguiente para hacer los preparativos necesarios.
Todo este plan se desarrolló sin nuestro consentimiento. Lo primero que el niño había pedido era que avisaran a sus padres, cosa que hicieron después que ya lo habían enyesado.
Como estudiantes de Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), nuestra primera medida fue recurrir a Dios en oración. Luego, hablamos con una practicista de la Ciencia Cristiana, quien oró con nosotros. Ella nos alentó a que permaneciéramos tranquilos y que pusiéramos en práctica nuestra comprensión de la Ciencia Cristiana. Percibimos que la unidad que existe entre Dios y Su idea, el hombre, permanece constante. Nada puede dañar la perfección del hombre creado por El.
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