Han pasado catorce años desde que expresé mi gratitud por escrito (mi primer testimonio fue publicado en el Christian Science Sentinel, en 1972). A través de los años, una comprensión de la Ciencia Cristiana ha enriquecido la vida de toda nuestra familia, y nos ha permitido sobreponernos a muchas dificultades por medio de nuestra confianza en el poder de Dios.
En mi primer testimonio relaté mi curación de una hemorragia subaracnoidea, después que una junta de médicos del ejército pronunció mi condición incurable. Ellos clasificaron mi categoría médica a la más baja, “C permanente”. También ellos prescribieron diversos tipos de medicinas para que yo las tomara diariamente por el resto de mi vida para aliviar el dolor.
Yo no tomé las medicinas, sino que me apoyé solamente en Dios. Con la ayuda que me dio un practicista de la Ciencia Cristiana por medio de la oración, sané completamente, y fui reclasificado a la categoría médica “Al” por otra junta de médicos del ejército. Eso ocurrió hace ya veintidós años, y desde entonces mi buena salud ha sido confirmada por varios médicos del ejército en sus informes sobre el examen médico anual reglamentario a que tengo que someterme.
Cuando mi esposa vio mi maravillosa curación, esto la inspiró para comenzar el estudio de Ciencia Cristiana. Nuestro hijo y nuestra hija fueron entonces criados en la Ciencia. Todos los cuatro somos miembros de La Iglesia Madre, y hemos la bendición de tomar bendición de tomar instrucción en clase de la Ciencia Cristiana. Nosotros estamos capacitados para ayudarnos unos a otros por medio de la oración, cuando surge la necesidad.
Cuando nuestra hija alcanzó, lo que se considera en nuestra cultura, edad para contraer matrimonio, los familiares expresaron preocupación de que quizás no habría un compañero adecuado para ella por ser Científica Cristiana. Yo nunca tuve ningún temor por ella. Ella misma se aferró al hecho espiritual de que “el Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág. 494). A su debido tiempo, ella contrajo matrimonio con un excelente oficial del ejército, quien es también estudiante de Ciencia Cristiana.
La práctica de las verdades de esta Ciencia nos ha facilitado tener una familiar armoniosa. Hemos hallado vivienda fácilmente en todos los puestos militares donde hemos sido asignados durante los últimos veintitrés años. Hemos tenido que mudarnos cada tres años, pero hemos encontrado casas aun donde y cuando se creía que había una aguda carestía. Con frecuencia, hemos meditado sobre la promesa de Cristo Jesús: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay” (Juan 14:2), y, en muchas ocasiones, hemos visto cumplida la promesa que percibo en esta declaración.
También quiero expresar mi gratitud por la pronta construcción de mi casa en Delhi. Comencé la construcción el 25 de octubre de 1985, y sentí la guía y ayuda de Dios a cada paso. Recibí dinero prontamente de fuentes imprevistas. El resultado fue que la casa se completó en un período de cuatro meses para sorpresa de todos, ya que una casa de este tamaño generalmente toma de ocho a nueve meses para construir.
Es un placer compartir las verdades de la Ciencia Cristiana con sinceros buscadores de la Verdad. Mientras estoy de viaje, generalmente llevo un ejemplar del Sentinel para compartir cuando se presenta una oportunidad. Cada año he regalado ejemplares de Ciencia y Salud o los he colocado en bibliotecas públicas.
Hace alrededor de diez años, después de haber tenido el examen rutinario requerido, un médico del ejército me informó que yo tenía la presión arterial alta. En silencio negué esto, afirmando que verdaderamente había sido creado a la imagen de Dios. Continué orando acerca de esto. Siete días después, fui para mi examen médico anual, y el médico del ejército comentó que la presión arterial era normal. Esta ha permanecido normal a través de los años.
Hace cinco años, comencé a experimentar dolores en las coyunturas de las piernas y brazos. Trabajé sobre este problema solamente por medio de la oración, y fui guiado a estudiar la definición de aceite en Ciencia y Salud: “Consagración; amor; dulzura; inspiración celestial” (pág. 592). Estoy muy agradecido al poder decir que los síntomas dolorosos pronto desaparecieron, y no me han vuelto a molestar durante los últimos cuatro años y medio.
Durante los últimos veintidós años, nosotros hemos confiado enteramente en Dios para la curación de toda enfermedad. Sabemos que la Verdad divina es la más potente medicina. Estoy indudablemente muy agradecido a nuestro Padre por todas sus múltiples bendiciones.
Mathura, India